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Internacional
La relación con Estados Unidos
El viernes la presidente se reúne con su par de los Estados Unidos, en lo que significa una posibilidad de relanzar una relación que se ha deteriorado en lo político.
El gobierno intentará demostrar que no está aislado y que la política con EE.UU. ha sido buena.
La realidad es que la relación con el país más importante del mundo podría ser mucho mejor.
Economía
El dólar y la confianza.
La fuga de capitales se explicaba por la incertidumbre electoral y por la incertidumbre económica local e internacional.
Se podría haber solucionado relativamente fácil con un deslizamiento del tipo de cambio y sobre todo con el aumento de la confianza.
Las medidas de represión financiera fueron en el camino equivocado y ahora el gobierno deberá recuperar la confianza.
Política.
Turbulencias.
El gobierno tomó medidas heterodoxas con el dólar y apuntó a un
sendero más ortodoxo con los subsidios; no hay novedades con el
próximo gabinete ni con la CGT y el mentado “Pacto Social”.
¿Moderación y racionalización o profundización del modelo?
En medio de las turbulencias, la falta de definición puede indicar un camino intermedio a tono con las divisiones internas del oficialismo.
Coyuntura.
La Fundación Pensar, usina de ideas del PRO, elabora propuestas de políticas públicas para construir una
Argentina grande y para todos.
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La relación con Estados Unidos.
La reunión que sostendrán el viernes la presidente Cristina Fernández y el presidente norteamericano Barack Obama en
el marco del Grupo de los 20 (G-20) amerita una revisión de la relación con EE.UU. durante el kirchnerismo. Aunque
EE.UU. apoyó a Argentina en la renegociación de la deuda (a diferencia de organismos como el FMI), desde entonces la
relación ha sufrido un permanente deterioro, sobre todo en el ámbito político. No podemos decir lo mismo de la
relación en el campo científico y tecnológico, donde se ha mantenido un buen grado de cooperación cuyo ejemplo más
reciente es la renovación del convenio entre la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la NASA para el
lanzamiento de un satélite de amplio alcance que servirá para monitorizar distintas actividades en América del Sur.
En el ámbito político la demostración de la frialdad de la relación es
simple: en los 8 años de gestión kirchnerista no hubo ni una sola
reunión bilateral programada de alto nivel
(Canciller o Presidente)
ni en Washington ni en Buenos Aires.
Ello se debe a una sumatoria
de hechos.
Cabe recordar la “contra cumbre” de Mar del Plata, la
valija de Antonini Wilson, el alicate del Canciller Timerman, la
reducción gradual de la cooperación militar entre ambos países, la
reticencia a atender reclamos de los “holdout”, las críticas al Fondo
Monetario Internacional y la negación a aceptar la revisión del
artículo IV de su estatuto que crea obligaciones para sus miembros
y una retórica anti norteamericana casi permanente desde el
gobierno nacional y desde algunos de sus seguidores más cercanos.
¿Por qué una reunión en el G-20 y no una reunión bilateral?
En primer lugar, una reunión bilateral tiene otro nivel e
implica un grado de diálogo y preparación gradual que concluye en la reunión de presidentes.
Como sabemos, eso no ha
existido en este caso.
En segundo lugar, en la agenda del G-20 Argentina tiene un papel importante que cumplir.
En
particular, Argentina ha sostenido que la crisis concluye cuando se recupera el empleo, y no cuando se han recuperado
las entidades financieras.
Pero Argentina también podría jugar un papel importante en temas como la seguridad
alimenticia, la no proliferación nuclear (en el que ha sido felicitada por el gobierno de Obama por su contribución),
medio ambiente y cuestiones humanitarias.
Es imposible, por el momento, saber si se tocarán temas de interés bilateral. Eso recién lo sabremos después, al saber
cuánto duró la reunión, ya que hace falta por lo menos una hora para tratar temas sin acercamiento previo y con
intérpretes de por medio.
En cualquier caso, el gobierno nacional intentará demostrar que no está aislado y que la
política con EE.UU. ha sido buena.
La realidad es que Obama seguramente tendrá muchas reuniones parecidas, y que la
relación con EE.UU., que todavía es el país más importante del mundo, podría ser mucho mejor
Economía.
El dólar y la confianza.En estos días el tema que domina las noticias, los debates y hasta las charlas de café es el dólar.
En un número anterior hablamos de la percepción de que el dólar está barato, lo que incentiva su inversión como activo.
Si a esta percepción se le suma la incertidumbre sobre la orientación económica que tomará Cristina Fernández en su nuevo mandato y la consideración histórica del dólar como refugio de valor en épocas inciertas, es lógico que aumente su demanda.
Son estos dos componentes los que, en principio, originaron la fuga de capitales que en los últimos tres meses superó los
3.500 millones de dólares mensuales y lleva acumulada 80.000 millones de dólares en el mandato de la presidente.
Hasta hace una semana el comportamiento del mercado de cambios no tenía nada de extraordinario en un marco de incertidumbre electoral y atraso cambiario.
3.500 millones de dólares mensuales y lleva acumulada 80.000 millones de dólares en el mandato de la presidente.
Hasta hace una semana el comportamiento del mercado de cambios no tenía nada de extraordinario en un marco de incertidumbre electoral y atraso cambiario.
La receta lógica, desde la tranquilidad de un escritorio, era simple:
brindar confianza a la población mediante un discurso económico creíble y desincentivar las expectativas
devaluatorias haciendo menos atractivo su precio; en pocas palabras, dejar depreciar un poco el peso.
Lamentablemente, este gobierno no se caracteriza por comunicar de manera creíble sus medidas económicas; más,
bien, tiende a confundir con grandes “relatos” y prescripciones ideológicas; eso hizo, por ejemplo, al culpar a los medios
de prensa opositores por la fuga de divisas.
brindar confianza a la población mediante un discurso económico creíble y desincentivar las expectativas
devaluatorias haciendo menos atractivo su precio; en pocas palabras, dejar depreciar un poco el peso.
Lamentablemente, este gobierno no se caracteriza por comunicar de manera creíble sus medidas económicas; más,
bien, tiende a confundir con grandes “relatos” y prescripciones ideológicas; eso hizo, por ejemplo, al culpar a los medios
de prensa opositores por la fuga de divisas.
En cuanto a la devaluación, se teme que una depreciación del tipo de cambio alimente presiones inflacionarias.
Este temor es fundado. Sin embargo, hay que recordar que la demanda mundial se está desacelerando y que lo mismo está sucediendo con el nivel de actividad local.
En el caso de una devaluación, esta menor demanda puede descomprimir en parte la presión sobre los precios.
De hecho, eso es lo que sucedió en 2009, cuando también hubo una presión muy fuerte sobre la divisa; en aquel momento se dejó que la moneda se deprecie 25% y la cosa no paso a mayores.
En vez de este camino, se decidió reprimir la demanda de dólares, tanto formal como informal, haciendo extremadamente difícil su compra.
En vez de este camino, se decidió reprimir la demanda de dólares, tanto formal como informal, haciendo extremadamente difícil su compra.
Lógicamente, esto empujó al alza los valores del dólar en los mercados paralelos.
Así, se produjo el efecto inverso al buscado: ahora no sólo la gente busca dólares como reserva ante incertidumbre y porque
percibe que está barato, sino que se le suma las señales del gobierno de que le están escaseando los dólares, cosa que
es cierta si, y sólo si, se mantienen los niveles actuales de fuga.
Para recomponer la situación es imprescindible recuperar la confianza.
percibe que está barato, sino que se le suma las señales del gobierno de que le están escaseando los dólares, cosa que
es cierta si, y sólo si, se mantienen los niveles actuales de fuga.
Para recomponer la situación es imprescindible recuperar la confianza.
La evaluación sobre cuál es el precio óptimo del dólar ha quedado en un segundo plano. Sin confianza hasta la mejor de las medidas está destinada al fracaso.
Sabemos que el gobierno está a tiempo de revertir la situación.Turbulencias.
En las últimas semanas venimos diciendo en este informe que la gran pregunta es qué va a hacer el gobierno nacional con esa gran suma de poder que consiguió en las elecciones de hace apenas dos semanas.
Para simplificar:
¿moderación y racionalización o profundización del modelo? ¿Nos pareceremos más a Chile o a Venezuela?
La verdad es que todavía no sabemos, lo que explica en parte las turbulencias actuales.
Al mismo tiempo, el no saber hace pensar cada vez más que la respuesta está más o menos en el medio: que el gobierno seguirá, como hasta aquí, dando algunos pasos para un lado y otros para el otro.
El gran tema de estos días fue el dólar.
En la sección de Economía de este informe explicamos por qué fue un error avanzar en medidas de represión financiera: se destruyó confianza, justamente lo contrario a lo que hacía falta. Por otro lado, las medidas anunciadas el miércoles en torno a los subsidios son tímidas, pero avanzan en el camino correcto.
Como decíamos la semana pasada, los subsidios llegan nada menos que a 6% del PBI, afectando no sólo la provisión de esos servicios sino las cuentas fiscales y la balanza comercial.
¿Entonces?
¿El modelo se profundiza o se racionaliza?
Ni uno ni lo otro, parece, por lo menos por ahora.
Mientras las políticas económicas mencionadas muestran dos
caminos posibles, no hay aún demasiados indicios sobre el futuro del gabinete, aunque parece ir tomando fuerza la posibilidad de Hernán Lorenzino como ministro de Economía.
Otra medida interesante para analizar será la reunión que sostenga en Cannes la presidente con su par norteamericano, Barack Obama.
(En la sección Internacional analizamos la relación con EE.UU. durante el kirchnerismo.)
¿Se relanzará la relación?
¿Habrá cambios en Cancillería, después del triste affaire del avión?
Son preguntas válidas para ver hacia dónde irá el segundo mandato de Cristina Fernández.
Finalmente, la otra cuestión de interés es qué sucederá con la CGT, sobre todo si tenemos en cuenta que una moderación de los incrementos salariales es clave si el gobierno busca ir hacia una racionalización del modelo.
En el escenario más negativo al gobierno, Moyano podría dividir a la CGT y complicar la gestión de la calle; en el más positivo, un alejamiento pacífico permitiría avanzar en el mentado
“Pacto Social”.
Mientras tanto, la (no) discusión del proyecto de ley de despenalización del aborto parece ser una muestra de las crecientes dificultades que podría tener el gobierno de mantener su “ala izquierda” de avanzar hacia la racionalización.
¿Moderación y racionalización o profundización del modelo?
En medio de las turbulencias actuales, la falta de definición
no parece tanto una cuestión de tiempo sino de la naturaleza propia del oficialismo y sus divisiones internas.
Coyuntura.
Informe semanal de Fundación Pensar Política
¿Moderación y racionalización
o profundización del modelo?
En medio de las turbulencias actuales, la falta de definición
no parece tanto una cuestión de tiempo sino de la naturaleza
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