DE SIMÓN BOLÍVAR
AL POPULISMO CHAVISTA
Por Ernesto Bobek Cáceres
Abogado (Justa Causa)
Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el Poder. El pueblo se acostumbrará a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía.
Fdo.: Simón Bolívar.-
Congreso de Angostura, 1819.
Simón Bolívar (1783-1830) es
considerado, junto con José de San Martín, el forjador de la independencia
hispanoamericana. Repasando el pensamiento
citado que debiera ser de aplicación universal, confrontándolo con sus
acciones, cuesta creer que sean palabras suyas. Para comprender a Bolívar,
debemos recordar que perteneció a una familia aristocrática y que desde muy joven recorrió varios países
europeos. En 1804 recala en París, donde vivió las primeras etapas del imperio
napoleónico, que logran influir en su concepción de una república autoritaria.
En 1807 regresa a Venezuela,
donde comienza a planear la lucha por la independencia. En 1810, la Junta Gubernamental
establecida en Caracas lo nombra comisionado ante el gobierno británico.
Finalizada su misión, regresa de Londres con el general Miranda, fundando ambos
la Sociedad
Patriótica , la que presionó al Congreso para proclamar la
independencia, lo que se produce a mediados de 1811. Se incorpora al ejército y
participa con distinta fortuna en batallas contra la reacción realista y en
guerras civiles. Varias veces debió emigrar por los problemas internos de
Venezuela. En 1813 entra en Caracas y proclama la II República.
Se suceden guerras civiles que lo
obligan a recalar en Jamaica (1815), desde donde acusa al federalismo de provocar
el fracaso de las luchas por la independencia, como asimismo la necesidad de
establecer gobiernos provisionales autoritarios en las repúblicas
independientes. Aliado con las tropas llaneras de Páez, derrotó al realista
Morillo en la batalla de Calabozo (1818). Luego vendría la victoria de Boyacá (1819), tras la cual se
hace nombrar presidente de la
República de la Gran Colombia , que comprendía los actuales
estados de Venezuela, Ecuador, Colombia y Panamá.
Puerto Cabello, último reducto
realista, cae en 1823. Tras reunirse con José de San Martín, emprende la
campaña del Perú. Triunfa en Junín y finalmente en Sucre (1824), última gran
batalla por la independencia hispanoamericana.
Perú
toma el nombre de República Bolívar (actual Bolivia), y en 1826, Simón Bolívar
redacta su constitución, en la que se plasman sus ideas totalitarias. Valga al
respecto mencionar, que eran otras épocas, donde hasta podía resultar razonable
establecer políticas rígidas para asegurar la independencia, que demandó
muchísimos años más que la consolidación de nuestro país y otros del cono sur.
Pero coincido con el Dr. Ignacio
García Hamilton, autor de “La pesadilla del sueño bolivariano” publicada en La
Nación del 25 de enero de 2007, parte del cual transcribo. Allí se desenmascara
que Bolívar tenía la aspiración de ser consagrado presidente vitalicio de
Venezuela y zonas aledañas.
“Durante
su exilio en Jamaica, sugirió establecer un gobierno como el inglés, con la
diferencia que en lugar de un rey tendría un poder ejecutivo electivo y
vitalicio y un senado hereditario. En 1819 postulaba para Venezuela un
presidente perpetuo (él), un senado hereditario integrado por los generales de
la independencia y una cámara de diputados de elección popular”.
“Al pretender que la Gran Colombia
aprobara su “constitución boliviana”, se tropezó con el vicepresidente
Santander quien le recordó la vigencia de la Carta de Cúcuta, que no podía ser reformada antes
de los diez años. Además el vicepresidente le escribió: “No he luchado catorce
años contra Fernando VII para tener ahora un rey que se llame Simón I”.
“Bolívar mandó entonces un delegado
militar hacia Bogotá para que en el camino, instara unas “actas populares” para
exigir la reforma de la Constitución. Santander le dijo que no eran
legales, a lo que Bolívar respondió que “no eran legítimas, pero sí populares,
y por lo tanto propias de una república eminentemente democrática”.
“Poco tiempo después, y mediante un
autogolpe se constituyó en dictador de la Gran Colombia bajo
el paradójico título de Libertador Presidente, destituyendo a Santander de la
vicepresidencia. Pese a todo, no pudo sostener la posición, y tras varias
revueltas, debió renunciar, falleciendo pocos meses después, en 1830, mientras la Gran Colombia se
desintegraba.”
Tomando
como punto de inicio más de 170 años en el tiempo y las particulares
circunstancias de los distintos lugares donde se desarrolló la vida de Simón
Bolívar, devendría aventurado realizar una crítica facilista a sus aspiraciones.
Fueron otras épocas, donde la independencia de los países del nuevo mundo
resultaba prioritaria para cualquier patriota. Tal vez no resultaba tan
descabellado instalar un gobierno muy fuerte en pos de asentar los logros
conseguidos a sangre y fuego, contra una España que se debatía con otros
problemas en el mundo, y veía en sus “colonias” un ingreso de recursos tan
diversos como útiles para su propia subsistencia. Recordemos que la
independencia de Venezuela fue declarada en 1811 y siguió en guerra hasta 1824.
Entonces
la diferencia entre el bolivarianismo de aquélla época y la de Hugo Chávez se
torna abismal. Venezuela es rica sin esforzarse. Malas políticas económicas y
sociales durante años no encuentran ni encontrarán las reales soluciones
mediante gobiernos despóticos. Pocos países en el mundo han sido beneficiados
con recursos naturales de tanto valor como Venezuela.
Tras el triunfo electoral de Hugo
Chávez, los populistas seudo progresistas tanto foráneos como locales pretenden
poner a la Venezuela actual como modelo universal. Olvidan que Chávez se ocupó
de dotar a su país de la mayor inflación de América Latina como también el
mayor índice de homicidios, con el apoyo de carteles de la droga mezclados por
conveniencia con la política. Ni hablar de las libertades coartadas, comenzando por la de expresión, sumado ello a
un bizarro manejo económico del país.
Son precisamente esos “detalles”
los que nos diferencian de un país sometido por un tirano. El punto que el
gobierno argentino tiene en común
con Venezuela, es la pretensión de profundizar la pobreza, para con subsidios
miserables obligar a la gente a darles el voto. También tiene en común soportar las cadenas nacionales de la mentira y el
engaño, en las cuales el loro venezolano nos lleva cada vez menos ventaja.
El punto que el gobierno argentino tenía en común con Venezuela, es el
manejo de la Caja. Chávez sigue teniendo una Caja llena de petrodólares que
hace jugar políticamente, y nosotros tenemos una Kaja saqueada y vaciada por
los pretensos “nac y pop” que no tienen forma de explicar racionalmente cómo
tras 9 años en el gobierno, se ven obligados a imponer un cepo cambiario que
niegan, porque sus políticas solo generan miseria y desconfianza y nadie quiere
perder lo que generó honradamente.
Y el punto que el gobierno
argentino no tiene en común con
Venezuela, es la re reelección que no se dará porque no podrán modificar la
Constitución Nacional. La mayoría no la va a aceptar. No les van a alcanzar los
menores de 16 a
18 ni los extranjeros que cobran para venir a votar, aún cuando los incorporen
como votantes.
Podemos lamentar que Chávez siga
en el poder, por el castigo que representa para el hermano pueblo venezolano.
Pero no caigamos en la trampa de transportar situaciones totalmente disímiles.
Ni Argentina es Venezuela, ni Chávez es Bolívar. Simón Bolívar jamás hubiera
sido chavista, ya que nunca se hubiera sometido a Hugo I. Sólo a sí mismo. No
en vano Hugo Chávez Frías lo tomó como modelo.
CABA, 11/10/12
No hay comentarios:
Publicar un comentario