martes, 22 de octubre de 2013

Injusticia


   2013

IN+JUSTICIA‏.

"Hay heridas 
que no cierran"

Por :
Juan Jose Carrasco.
Abogado.


La inseguridad,en su nefasta manifestación, no sólo deja víctimas fatales, sino que también causa en las personas heridas profundas, difíciles de curar por completo. Precisamente, me estoy refiriendo al agravio provocado por el ESTADO, cuando literalmente, "abandona" a las víctimas del accionar delictivo, tratándolas como meros testigos de un hecho. 
Considero que, para el Estado debe ser tan importante perseguir a los delincuentes, como asistir y satisfacer a las víctimas. 
En la práctica, no cumple con ninguno de éstos dos deberes. Y así, vemos a la gente en ésa suplicante protesta pidiendo, una y otra vez, la Justicia que no llega. 
Entonces, los que han sufrido la inseguridad viven también la penuria de ser "revictimizados", es decir; doblemente victimizados. Primero, por la delincuencia desbordada, y luego por el mismo Estado convertido en nuestro verdadero enemigo, extremadamente peligroso por lo insensible y disimulado. Es el doble ultraje, donde el más doloroso, el más agraviante y el más ofensivo es el que proviene del Estado, responsable directo de velar por la seguridad y el bienestar de todos. Recuerdo aquí, una frase del insigne Mariano Moreno : "La Justicia no puede abandonar a aquéllas personas que la naturaleza misma enseñó a ser virtuosas y rectas". El olvido de las víctimas y sus derechos implica una pérdida de la dignidad, una disminución de la persona humana, su transformación en objeto, y casi su muerte civil. Éstas son las peores heridas, que no se ven, pero se sufren mucho, porque no cierran y sangran sin remedio. Ante ésta situación de total indiferencia ( y la indiferencia es otra forma de barbarie), la única respuesta posible se llama JUSTICIA, rápida y ejemplar. Ahora bien, si nuestro Estado no atiende a las víctimas de su propia inoperancia, torpeza e indolencia, deberíamos preguntarnos si hay algo que podemos hacer nosotros, los ciudadanos que todavía nos interesamos por quienes padecen y sufren. Creo que siempre tenemos la posibilidad, y está en cada uno la decisión de involucrarnos con los demás en una real sinergia, allí, donde el dolor nos llame. Así, al menos estaremos compartiendo la pena ajena, que no es poco, porque es bien cierto que una pena compartida es la mitad de esa pena. A la vez, y ésto vale como una importante labor de prevención social, estaremos evitando males mayores en el intento de contener al hombre damnificado, que tiende siempre a desquitarse de la injusticia que se le ha hecho. Es sabido : "cuando duele la injusticia aparece la violencia", y ciertamente ésta sociedad ya está cansada de tanta violencia. Porque mañana podemos ser nosotros los que lloremos, respondamos al grito silencioso de aquéllos que con justa razón claman por lo suyo, redimiéndolos en la medida de las propias posibilidades y luchando sin desmayos para que la palabra "injusticia" esté sólo en los diccionarios y nunca más en la vida de los seres humanos. 

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