domingo, 1 de febrero de 2015

3 de Febrero de 1852.

2015
Rodolfo Atilio Griffa
¡ Quien     
 es …      
 Quien¡ 
En la Argentina 
de Hoy.

Por : MI. 
El sol de Caseros ...
el amanecer de la organización nacional.
CULTURA  Documento histórico
REALPOLITIK

Por:  SABINO MOSTACCIO.













El 3 de febrero de 1852 se libró una de las batallas claves de nuestra historia. 
En solo seis horas de feroz combate, se definió la suerte y el rumbo de nuestra Nación para los siguientes cien años. 
El sol de febrero iluminó ese día el rostro del victorioso Justo José de Urquiza y se eclipsaba una de las más brillantes y portentosas estrellas de la historia de la argentinidad, Juan Manuel de Rosas, a la sazón caudillo y gobernador bonaerense.
     Fue en 1845, cuando Rosas se consagró como vencedor de las potencias imperialistas del bloqueo anglo francés, que trataron de mancillar la soberanía nacional. 
      Mientras en el Litoral, Urquiza, entonces fiel ladero y gendarme de Rosas en la Mesopotamia, llega a un acuerdo con la díscola provincia de Corrientes y su clan gobernante, los Madariaga. Corrientes llevaba décadas retando el poder de Buenos Aires. 
En el Tratado de Alcaraz, Corrientes reconocía el poder de Rosas y se reintegraba al Pacto Federal. 
      Pero en unas cláusulas secretas de establecían condiciones que claramente atacaban el poder de Rosas y causaron gran disgusto en Buenos Aires: por un lado se reconoce la independencia de Paraguay (país enfrentado a Rosas) y, por el otro,Urquiza compromete a Corrientes en su lucha por dotar al país de una constitución nacional y por la libre navegación de los ríos
     Rosas desaprueba las cláusulas del tratado, aunque no desautoriza a Urquiza en público porque necesita sus tropas para hacer frente a los unitarios y sus aliados colorados del Uruguay, que fueron un gran dolor de cabeza para él. 
     A la vez, otros exiliados argentinos en Bolivia y Chile, agitaban a la opinión pública de esos países en contra de Rosas. 
Urquiza se mantuvo leal a Rosas porque los cuantiosos subsidios que este le enviaba le permitieron armar un gran ejército, que serviría a sus propósitos.  
Urquiza en 1851, al ver a Rosas relativamente relajado, decide dar un gran golpe. 
      Aprovechando la ruptura de relaciones entre Brasil y la Confederación Argentina,Urquiza firma una alianza con este país, la provincia de Corrientes y la República del Paraguay, en la cual, a cambio de armas y dinero, se compromete a derribar a Rosas, unificar el país bajo un sistema federal republicano, respetar la libre navegación de los ríos y la integridad territorial de los países vecinos amenazados por lo que ellos creían el expansionismo rosista.
     La traición se consuma el 1 de mayo de 1851, cuando el pronunciamiento de Urquiza se hace público. 
     Numerosos exiliados corren a unirse a su lado y destacamentos militares brasileños llegan a Entre Ríos para iniciar el avance sobre Buenos Aires.
      Rosas conmocionado declara traidores a Urquiza y su gente, que le habían retirado las facultades que las provincias le daban a Rosas para las relaciones externas, y lo conmina a deponer su actitud. Urquiza arma un ejército en el que revistan tropas entrerrianas, brasileñas, exiliados argentinos (antiguos unitarios como Bartolomé Mitre y Domingo Sarmiento, entre otros, pero también federales antirrosistas como el riojano  Ángel Vicente Peñaloza).
      Urquiza levanta el sitio de Montevideo con su flamante ejército y depone a Manuel Oribe fiel a Rosas como mandatario uruguayo, obteniendo el apoyo del gobierno colorado de Joaquín Suárez, quien lo refuerza con tropas frescas. 
Ataca luego Santa Fe, depone a su gobernador rosista y ataca Buenos Aires a fines de enero; los generales rosistas como Ángel Pacheco o Lucio Mansilla intentan una resistencia vana hasta que Rosas y su ejército se cruzan en los campos de Caseros con el ejército rival. 
Ambos están a la par en hombres y recursos (las cifras exactas hablan de 55 mil soldados que intervinieron en combate, repartidos por mitades), el ejercito de Rosas era más profesional pero al cabo de seis horas sucumbió ante el empuje de Urquiza y los mercenarios brasileños. 
      Rosas abandona el país y se exilia en Inglaterra, mientras que Urquiza vencedor entra en Buenos Aires el 20 de febrero montando el corcel de Rosas, precedido por una guardia brasileña, y lo que fue paradójico y doloroso a la vez para muchos argentinos, al son de la marcha militar Ituzaingó, que había compuesto el emperador Pedro I de Brasil en 1827, para celebrar la victoria sobre los argentinos y la futura entrada de su tropa en Buenos Aires, pero que, sin embargo, tras la derrota brasileña en Ituzaingó, la marcha se convirtió en patrimonio del ejército argentino que decomisó las partituras.

Esta “traición” de Urquiza nunca fue digerida ni perdonada por muchos argentinos, en especial por las ventajas que obtuvo el Brasil en los acuerdos de paz. 
Las dagas que pusieron fin a la vida de Urquiza empiezan a afilarse, para muchos, tras Caseros, pero esa es otra historia. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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