lunes, 6 de junio de 2011

Argentina podría ser una nación grande y para todos, como Australia, si resolviera correctamente la alterativa entre populismo y desarrollo.



Filtrado Nº20› 3 de junio de 2011


Populismo o desarrollo

En Dow Jones Newswires, Taos Turner sostiene que "las elecciones argentinas ponen en foco las políticas populistas de Fernández" de Kirchner. 
"La presidente argentina habitualmente llama a la profundización de sus políticas populistas. 
Pero su renuncia a ofrecer detalles y comentarios de un funcionario de primer nivel ha alimentado la especulación de que podría perseguir medidas más radicales". 
Turner concluye la nota citando a nuestro Director Ejecutivo, Miguel Braun: "Por qué Cristina no brinda conferencias de prensa y explica sus políticas en lugar de obligar a los periodistas a hacer Kremlinología?".
La cuestión del populismo surgió a partir de declaraciones del viceministro Roberto Felleti y de los 60 años de duración que le auguró Aníbal Fernández al kirchnerismo. 
Marcos Novaro encaró la cuestión al preguntarse: "¿puede la elección de 2011 dar a luz un nuevo sistema político?". 
Aunque los kirchneristas querrían, y por ello se embarcarían en la "radicalización del populismo" y en "una reforma constitucional que, en nombre del parlamentarismo, perpetúe la concentración del poder", 
Novaro lo ve poco probable por "obstáculos electorales y partidarios difíciles de remover" y porque le parece "poco razonable esperar que el peronismo distrital y el sindicalismo se presten dócilmente al juego oficial."
Alejandro Bonvecchi diferencia entre un "capitalismo selectivo" en el que el gobierno decide "las oportunidades de ganancias y el otorgamiento de rentas" y un "capitalismo de Estado" donde éste "se apropiaría de la renta agropecuaria, intervendría las empresas indóciles y nacionalizaría a las más rentables." 
Este estado superior del populismo, dice Bonvecchi, carece de "las condiciones de oportunidad, viabilidad y sustentabilidad necesarias para transformarlo en realidad." 
Pero subsiste como "fantasma" porque si "es percibido como alternativa creíble, el capitalismo selectivo deviene, por comparación, en un hecho tolerable."
Triste consuelo. Aunque sólo se tratara de un "populismo moderado" o "capitalismo selectivo", estaríamos lejos del camino del desarrollo sostenible. 
Un camino así es el que transitó Australia y que rescató esta semana The Economist: más allá de los nuevos desafíos, "en un período de 20 años, desde 1983 a 2003, gobiernos de la izquierda y de la derecha llevaron a cabo las reformas que han hecho de Australia una de las economías más abiertas y flexibles del mundo." 
Argentina podría ser una nación grande y para todos, como Australia, si resolviera correctamente la alterativa entre populismo y desarrollo.