jueves, 29 de enero de 2015

Sepelio de Nisman.

Rodolfo Atilio Griffa
¡ Quien     
 es …      
 Quien¡ 
En la 
Argentina 
de Hoy.
Por :  MI.

Aplausos y reclamos de Justicia en el inicio del Cortejo que lleva los Restos de Alberto Nisman hasta el Cementerio de La Tablada .

En  medio del dolor, pero también de los reclamos hacia el Gobierno por el esclarecimiento de la causa, los restos del fiscal Alberto Nisman fueron inhumados en el cementerio de La Tablada, donde tuvo lugar una ceremonia íntima.
El traslado desde la sala velatoria en el barrio porteño de Núñez comenzó a las 9.45, en medio del apoyo de unas 200 personas que se acercaron hasta el lugar. Hubo un importante operativo de seguridad de la Policía Federal.
Los primeros metros del cortejo estuvieron marcados por los pedidos de justicia de los vecinos que se acercaron hasta el lugar. "¡Argentina, Argentina!" y "¡Nisman, presente!" fueron los cánticos que más se escucharon en el lugar.
El mismo clima se vivió en la puerta de La Tablada. Un fuerte aplauso se escuchó en la los alrededores del predio ubicado en el partido bonaerense de La Matanza. El vehículo que llevó los restos del fiscal ingresó al cementerio minutos después de las 11.

EL ENTIERRO

La ceremonia en el cementerio judío de La Tablada estuvo a cargo del rabino Marcelo Polakoff, quien ayer se acercó también a la sala velatoria de la calle O' Higgins al 2800.
Durante el entierro, que duró poco más de una hora, participaron como oradores el vicepresidente de la DAIA,  Waldo Wolff y del escritor y filósofo Santiago Kovadloff, entre otros.
Varias figuras políticas se acercaron hasta el cementerio a dar su pésame. 
Entre ellos el ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, y las diputadas Patricia Bullrich y Elisa Carrió.
En el lugar también se desplegó un imponente operativo de seguridad conformado por 110 agentes de la Policía Federal y la Bonaerense.

VELAS, FLORES Y CARTELES

La jornada de ayer estuvo marcada pro el dolor de los familiares del fiscal que investigaba la causa AMIA, pero también por la indignación de algunos vecinos ante la falta de respuestas por la misteriosa muerte de Nisman. 
Los momentos más tensos se dieron cuando arribó al lugar la procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó.


Fue el momento más tenso de la jornada. 
La gente comenzó a insultarla y a gritarle "asesina"
El enojo con la jefa de los fiscales se puso de manifiesto en los gritos y golpes en los vidrios del auto en el que llegó.
Unos minutos antes ya había ocurrido el primer incidente. 
Un empleado llegó con una inmensa corona de flores blancas. Algunos de los presentes leyeron la cinta que decía "Ministerio Público Fiscal" e inmediatamente la arrancaron y pisotearon. 
Luego de que otras personas, que también rendían su homenaje a Nisman, pidieran tranquilidad, la cinta fue entregada a un policía.

LA MUERTE DE NISMAN

El fiscal Nisman fue hallado muerto en su departamento de la torre Le Parc, en Puerto Madero, el pasado domingo 18. 
Tenía previsto comparecer el día siguiente ante el Congreso, luego de haber denunciado por "encubrimiento" a Irán por parte de la presidenta Cristina Kirchner y varios funcionarios y dirigentes oficialistas. La causa por su muerte es investigada por la fiscal Viviana Fein y la jueza Fabiana Palmaghini y hasta el momento sólo está imputado Diego Lagomarsino,colaborador del fiscal, dueño del arma de donde salió el disparo que acabó con la vida de Nisman.

SANGRE ...¿ JUSTICIA ?

¡ Quien     
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 Quien ¡
En la 
Argentina 
de Hoy.

Por :


MI.
Hoy : 
Sangre 
en la 
Justicia.

Por : 

María 

Lilia 

Genta‏.


28/01/2015 00:28 

 Escuché con interés las declaraciones del doctor Carlos Donoso Castex, quien preside la Asociación de Fiscales y Funcionarios del Ministerio Público Fiscal: comentando la muerte del fiscal Nisman, aseveró que “la muerte de un colega no la tengo en mente desde mi juventud”.
No sé a quién se refería el señor fiscal, pero yo sí recuerdo, a mis treinta y tres años, la muerte del último juez que juzgó y condenó a integrantes de las organizaciones guerrilleras en la década del setenta, el juez Jorge Vicente Quiroga, “ajusticiado” por el Ejército Revolucionario del Pueblo el 28 de abril de 1974. 
Esta muerte quedó fuertemente grabada en mi vida, por razones políticas y personales.
Días después del asesinato de mi padre, en octubre de 1974, a manos de la misma organización terrorista que asesinó a Quiroga, nos visitó el doctor Pisano, juez retirado, amigo de mi padre. 
Venía de entrevistarse con el juez Sarmiento, que tenía a su cargo la causa por el asesinato de mi padre, y nos trajo este mensaje: “Dígale a la familia Genta que no voy a investigar nada porque estoy amenazado”.
No nos enojamos con el juez Sarmiento; entendemos que son pocos los que están preparados para una muerte heroica. Tampoco nos molestamos en ir a ese juzgado a reclamar, ni siquiera a partir de 1976.
Hace pocos años, un abogado amigo, por su propia cuenta, fue a investigar qué había sido de la causa: 
se encontró con que ni siquiera está correctamente consignado el nombre de mi padre, pues figura su nombre Jordán como apellido. 
Claro que, con mi mentalidad un tanto antigua, me parece que antes de entrar en la Justicia, las Fuerzas Armadas o de Seguridad, cada candidato tendría que chequearse a sí mismo y ver si tiene las agallas para esas funciones, que pueden convertirse, de repente, en peligrosas.
En cuanto al miedo que se tenía en los años setenta, ¿cómo lo voy a ignorar, si me veo a mí misma asomándome al balcón cada mañana, cuando mi marido (médico militar) salía a la calle, no fuera que ese día “le tocara” a él?
Este temor se acrecentó, sobre todo, a partir del asesinato del Capitán Paiva, asesinado en la parada del colectivo que aguardaba para dirigirse a su destino, la Escuela Superior de Guerra. 
En ese entonces asesinaban a un militar o a un policía por día (y, a veces, a más de uno).
Para no cansar con recuerdos personales (aunque tengo muchos de este tenor) vuelvo al juez Quiroga. 
La placa de bronce que recordaba a este magistrado ejemplar en el frente del edificio donde funcionaba su tribunal fue retirada por orden del Presidente de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, Gustavo Bruzzone. Ante este hecho, solo recuerdo, de parte de los colegas del juez Quiroga, la declaración de la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia en rechazo y condena de tan miserable medida.
Recuerdo, también, el acto de homenaje a Quiroga que hizo esta misma Asociación frente a la pared del tribunal, en la que aún era posible ver la marca de la placa removida.

Con el asesinato de este juez se acabó la Justicia en los años setenta. 
Uno de sus asesinos, Raúl Argemí, goza de buena salud en España, donde, curiosamente, escribe novelas sobre familias que tienen un muerto en su haber; 
justo él que, además de allegar muertos a las familias de sus enemigos, dicen que mató por accidente, al escapársele un tiro, a su compañera “de cama y fierros”, según relata la guerrillera Graciela Lilian Lavalle de Reina.
  • Traer a colación el recuerdo de lo que acaeció con la Justicia en los años setenta me pareció pertinente ante la dudosa muerte, pero muerte violenta al fin, del Fiscal Nisman.

Supongo que cuando el doctor Castex alude a su falta de recuerdo de colegas muertos desde su juventud, se referirá a las muertes violentas, ya que de muerte natural, durante todos estos años, obviamente han muerto muchos.

En aquellos años, un asesinato paralizó la Justicia. 
¿Ocurrirá lo mismo ahora? 
¿O alguna vez, en la Argentina, será cierto decir “será justicia”?