viernes, 9 de mayo de 2014

La Verdad . . .


2014





Quiénes 



mataron 


al 




Padre 




Mugica.






Por:  Lic. Jorge P. Mones Ruiz.

Probablemente el Padre Carlos Mujica haya sido uno de aquellos sacerdotes referidos por el Papa Francisco cuando señaló, hace pocas semanas, que “se habían equivocado al educarlos (a los jóvenes)y acompañarlos en sus utopías” , una sutil forma para definir el grado de responsabilidad de los "educadores" y la praxis revolucionaria marxista-leninista.
Pero accediendo a información de la época, y alguna más reciente, no parece que el sacerdote citado haya bendecido y acompañado la violencia armada de ideología marxista, más allá de su influencia, en un comienzo, en jóvenes que luego optaron por el accionar guerrillero y terrorista.

Por cierto, Mujica no fue un Camilo Torres Restrepo, sacerdote colombiano del Ejército de Liberación Nacional, muerto en combate en la selva. Tampoco fue como el capellán de Montoneros, el padre Adur. Tampoco puede compararse con Fray Antonio Puigjané, condenado por su compromiso en el ataque al cuartel del Regimiento 3 de Infantería de La Tablada, en épocas democráticas (gobierno de Alfonsín).

Pero Mujica jugó con fuego, y su destino final encuadra perfectamente en la lógica de los procedimientos propios de las organizaciones subversivas criminales, cuando uno de sus miembros, o de alguna manera relacionado con las mismas, opta en sentido contrario y afectando los intereses u objetivos políticos de esas "orgas" terroristas.

Veamos pues el contexto de aquellos años para tratar de comprender el porqué fue asesinado el sacerdote y quiénes pudieron ser efectivamente sus victimarios. No esperemos que el “relato oficial” nos saque las dudas.

El 12 de mayo de 1974, el diario “La Nación” publicó lo siguiente:

“El padre Mujica, que en los últimos años desarrolló su acción pastoral en las villas de emergencia, se inició en ese quehacer como parte del equipo sacerdotal que fuera creado en 1969. Con la aprobación de monseñor Aramburu se hallaba enrolado en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo”

“Hace dos meses, sus disidencias con los sectores de izquierda del movimiento villero se hicieron públicas. 
 El 19 de Marzo último publicó con su firma un artículo en un matutino porteño, donde enjuiciaba severamente al marxismo y lo responsabilizaba del "ideologismo” en que han caído los jóvenes peronistas”

“Casi al mismo tiempo, en nombre del grupo de sacerdotes que lideraba el padre Mujica, había hecho contactos en las más altas esferas del gobierno”

Al día siguiente de su asesinato, el diario “La Opinión” en su página 9, publicaba un mensaje del padre Mujica dirigido a la juventud.

“Somos conscientes que sin las juventudes el proceso revolucionario impulsado por Perón irá al fracaso. Pero advierto a esta misma juventud que está en una encrucijada: optar por la revolución nacional que se nutre de nuestra esencia cristiana y popular, incorporando a las fuerzas del nuevo orden revolucionario, que como señaló el presidente Perón se oponen a las fuerzas del desorden...o hacerlo por el socialismo dogmático, es decir por un modelo ideológico colonial, en manos de una "élite científica”, actitud que lleva a la dictadura del proletariado, la que se convierte en dictadura sobre el proletario”

El número 31 de la REVISTA "MILITANCIA”
(de Eduardo Luis Duhalde – nombre de guerra terrorista “Damián” - y Rodolfo Ortega Peña), 
publica una foto del Padre Mujica vestido de gorila detrás de una reja, y a continuación el siguiente texto:

Dos mil años de política terrena ha enseñado mucho a la Iglesia Católica que es la negación 
 del democratismo 
interno. 
Sin embargo, comprendió hace muchos siglos las ventajas de tolerar las distintas corrientes que se forman en su seno. 
A un ala conservadora y retrógrada se opone siempre un ala liberal progresista. 
Una jerarquía pro-oligárquica convive con sacerdotes del pueblo. 
Están los curas humildes y silenciosos, y están las estrellas publicitadas. 
A esta última especie pertenece Carlos Mujica, super star”.

“El padre Carlos (como lo conocen las feligresas de su antigua parroquia de Santa Elena), o el cura Mujica (como le dicen en los ambientes políticos) o Carlitos (como lo llaman los vecinos de Copérnico y Gelly y Obes - corazón del barrio norte), siempre ha sido un movimientista nato
Como queriendo resumir en su persona todas las corrientes internas de la iglesia, trata de ser al mismo tiempo un conservador-progresista, un oligarca popular, un cura humilde y bien publicitado. un revolucionario y defensor del sistema. Y así le va con el resultado”

“Lo dicho no es una acusación gratuita. 
Con su defensa apasionada del celibato eclesiástico y del acatamiento sin protestas a la jerarquía, es tolerado por los pre-conciliares, como "un muchacho rescatable".

“Su pertenencia al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, lo refiere a los sectores de avanzada. 
Su hábitat en el barrio norte y sus amistades, le permite no romper los lazos creados en su carácter de Mujica Echague. Su labor religiosa en la Villa Comunicaciones lo emparenta con el pueblo. 
Su condición de colaborador de Bernardo Neustadt en la revista Extra, le abre las puertas de la contrarrevolución, avalado por su círculo de relaciones (aunque a pedidos de algunos amigos como Hermes Quijada). 
Todo mezclado como en el poema de Guillen”

“La Biblia y el Calefón, diría Discépolo. 
Ayer misa por Carlos Ramus, luego responso a Bianculli, guardaespaldas de la UOM, y hoy un oficio religioso para Isabelita (siempre queda la excusa que la religión no hace distingo políticos, como si él fuera el único cura de la aldea).
Como si fuera un corcho, siempre flotando aunque cambie la corriente. “Montonereando” en el pasado reciente, “lopezrregueando” sin empacho después del 20 de junio, Carlitos Mujica, cruzado del oportunismo, ha devenido en:"¡Depurador ideológico!"

“…por todo lo expuesto quede Carlos Mujica preso en la cárcel del pueblo, aunque se quede sin asistir al casamiento de la hija de Llambi con Sergio Patrón Uriburu”

El Padre Carlos Mujica no pudo ir al casamiento mencionado como tampoco a la cárcel del pueblo, como sugerían Duhalde y Ortega Peña. 
Al sábado siguiente Mujica era acribillado a balazos.

En el libro de Eugenio Méndez, "Confesiones de un Montonero”, editado en 1985, encontramos lo siguiente:

“Muchos militantes que sobrevivieron a aquello han atestiguado, además, que varios de los atentados contra sedes de agrupaciones adictas a la "M" fueron en verdad autoatentados cuyo propósito tendía a que no se alentaran esperanzas de un arreglo negociado en el peronismo. 
El montonero Antonio Nelson Latorre, que se jactó en la ESMA de haber sido quien abatió al capitán Roberto Máximo Chavarri en Ezeiza (y no Horacio "Beto" Simona), afirmaba muy suelto de cuerpo que fueron montoneras las balas que desplomaron al padre Mujica en la noche del sábado 10 de mayo de 1974 a la salida de la capilla de San Francisco Solano. 
Según él, el hecho se había justificado por la conducta que tuvo en el último tiempo quien fuera fundador del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en la Argentina; 
se la evaluaba como próxima a López Rega, lo que podía despertar ilusiones contrarias a la política de ruptura con el justicialismo. 
Algo puede haber habido: en contraste con el resto de la prensa, el diario Noticias minimizó la cobertura del asesinato. Ante la protesta de lectores y de algunos redactores, Firmenich publicó cuatro notas apologéticas de Mujica que, de ser cierto lo de la autoría de su muerte, eleva a la esquizofrenia la hipocresía de la Conducción Nacional (de Montoneros). 
Sobre todo de Firmenich, que eligió a Mujica para bendecir la ceremonia de su casamiento. 
¿Qué podía negociar Mujica con el "Brujo" a quien recurría por sus villeros? 
“Galvanizaban la fuerza propia, matándolo"
Quizás los Montoneros creían impedir cualquier entendimiento dentro del peronismo.”

En octubre del año 2008, el Dr. Antonio Cafiero manifestó en un programa de televisión (TN) “Tiene la Palabra”, que el padre Mujica fue asesinado por los Montoneros.
En esa oportunidad el Dr. Cafiero hablando en ocasión del aniversario del 17 de Octubre, sostuvo que en el año 1974, cuando era Presidente de la Caja de Ahorro, lo visitó el padre Mujica, cuarenta y ocho horas antes de su asesinato. Le manifestó entonces “que estaba con miedo y que temía por su vida por reiteradas amenazas que había recibido”. 
 Ante una repregunta del Dr. Cafiero, el sacerdote le dijo textualmente: 
"A mí me van a matar los Montoneros, y que las amenazas provenían de allí.

En 2014, época de “relatos” oficialistas, siempre mendaces, acomodaticios, hipócritas y convenientes para el “proyecto nacional y popular”, lo relatado en esta recopilación nos permite inferir como muy poco probable que los responsables de la muerte del padre Carlos Mujica sean los mencionados por el relato oficial (“Página 12”, “678”, etc.)

En todo caso, se ajustaría más a la verdad histórica que hayan sido los mismos que fueron expulsados por el General Perón de la Plaza de Mayo (“mocosos imberbes y estúpidos”) y calificados por él mismo como “mercenarios al servicio del dinero extranjero”
Serían los mismos que hoy desde el gobierno, el congreso, ciertos estrados judiciales y otros ámbitos, pululan embriagados por el odio, la sed de venganza y el resentimiento propio de los “Sin Patria”

jorgemonesruiz@yahoo.com.ar

¡¡¡Historia !!!


2014


La 
historia 
es más 
que la 
memoria.
Por :


 |  Para LA NACION

Aporte :  Andrea

"Una sociedad necesita conocer la Historia, no solamente tener memoria. La memoria colectiva es subjetiva: refleja las vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad; por eso, puede ser utilizada por ese grupo como un medio para adquirir o reforzar una posición política. Por su parte, la Historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una mala Historia), sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos."

La frase pertenece al prestigioso semiólogo, filósofo e historiador búlgaro-francés Tzvetan Todorov y está incluida en un artículo publicado en el diario español El País el 7 de diciembre de 2010, luego de una visita a la Argentina, que se reprodujo en esta página. Es decir, no fue una columna escrita en abstracto, sino una reflexión sobre la política de derechos humanos del gobierno de Cristina Kirchner, que privilegia la memoria a la verdad y, por lo tanto, a la justicia.

Todorov enfatiza que la memoria es siempre parcial, subjetiva: uno recuerda lo que más lo impactó y no siempre en orden cronológico. En cambio, la verdad, en la que se funda la historia, incluye las memorias de grupos diversos sobre hechos comunes.

Vamos a un ejemplo concreto: el lunes 24 de marzo coincidí en un programa de televisión con Horacio Pietragalla, un joven diputado kirchnerista, pero, más importante aún, uno de los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo, hijo de Horacio "Chacho" Pietragalla.

Pietragalla padre era un dirigente de peso de la Juventud Peronista, a tal punto que viajó en el chárter que trajo de regreso al general Juan Perón en su primer retorno del exilio, el 17 de noviembre de 1972; tres años después, era "oficial primero" de Montoneros y el jefe de la Columna 26: tenía a su cargo el norte de Santa Fe, Chaco y Formosa; es decir, era el número dos de la Regional Nordeste de esa organización político-militar.

La historia de Pietragalla hijo es conmovedora: la pérdida de su padre y de su madre, ambos detenidos desaparecidos; su condición de nieto recuperado.

En el caso concreto del padre, de "Chacho" Pietragalla, fue la primera víctima del Comando Libertadores de América, un grupo paraestatal creado en Córdoba en octubre de 1975, en pleno gobierno constitucional de la presidenta Isabel Perón.

Pietragalla padre fue apresado en un bar de la capital cordobesa el 15 de octubre de 1975 junto con otro "oficial" montonero, Eduardo Jensen. El 8 de noviembre sus cuerpos fueron encontrados a 25 kilómetros de la ciudad de Córdoba; los cadáveres presentaban numerosas heridas de bala y estaban parcialmente quemamos y cubiertos con tierra y ramas. Ya durante la dictadura, fueron sepultados en una fosa común en el cementerio San Vicente junto con otras víctimas de la represión ilegal.

Lógicamente, la memoria de Pietragalla hijo se concentra en la detención, el asesinato y la desaparición del cuerpo de su padre, y en su recuerdo de niño que creció con una identidad robada, junto a personas que lo criaron, pero que no eran sus progenitores, como terminó descubriendo.

Pero hay otras memorias. Por ejemplo, los recuerdos de los padres y hermanos de los diez formoseños de 21 años que fueron muertos en el ataque de Montoneros a un cuartel ubicado en los suburbios de la ciudad de Formosa. 

Esos diez jóvenes estaban cumpliendo con el servicio militar, que en aquella época era obligatorio, y estaban de guardia el domingo 5 de octubre de 1975, cuando el flamante Ejército Montonero intentó copar ese regimiento.

Los montoneros imaginaban que los soldados formoseños se iban a rendir, pero resistieron y se produjo un combate en el que murieron 24 jóvenes: doce guerrilleros y doce defensores del cuartel (los diez soldados, un sargento primero y un subteniente de 21 años). Todos eran peronistas.

Pietragalla y Jensen participaron de ese ataque, como lo indican distintas fuentes en mi libro Operación Primicia. Fue el debut del Ejército Montonero, con el cual la guerrilla de origen peronista pensaba derrotar al ejército formal, al que señalaban como el instrumento armado de la oligarquía criolla y el imperialismo norteamericano. No les importaba que ese ataque pudiera deteriorar aún más al desfalleciente gobierno de la viuda de Perón, porque el objetivo prioritario de Montoneros era, precisamente, evitar que Isabelita se consolidara en el poder, según un documento de esa organización político-militar, de 1977, titulado "Curso de formación de cuadros".

Luego del ataque al cuartel, hubo un repliegue de los "oficiales" montoneros instalados en el nordeste del país para eludir la represión policial y militar. Pietragalla y Jensen escaparon a Córdoba, donde fueron capturados.

La memoria de los padres y parientes de los soldados formoseños es distinta de la de Pietragalla hijo. Ocurre con, por ejemplo, la mamá de Marcelino Torales, uno de los conscriptos abatidos. Marcelino era albañil, cantaba en los bailes y admiraba a Sandro; murió en el dormitorio de la Guardia, destrozado por un disparo de FAL.

Cuando la entrevisté en el patio de tierra de su casa, esa señora inspiraba una profunda tristeza, agravada por una decisión estatal avalada por los organismos de derechos humanos: mientras los parientes de los guerrilleros muertos en aquel ataque habían cobrado millonarias indemnizaciones como "víctimas del terrorismo de Estado", ella y su marido sobrevivían con una mísera pensión.

Sobrevivían literalmente, seguían siendo pobres. Es que los soldados muertos eran los más pobres del regimiento; muchos de ellos habían "vendido" sus francos de fin de semana por unas monedas o unos vasos de vino o de Coca-Cola porque no tenían dinero ni para viajar al interior a visitar a sus familias.

¿Cómo unir esas memorias tan distintas? Todorov propone un camino: la verdad histórica, que reúne los recuerdos y los sufrimientos de los distintos grupos de una misma comunidad.

Conviene tener en cuenta que hablar de una sola memoria indica una pretensión hegemónica; refleja la intención de un determinado grupo político de reconstruir la historia de acuerdo con sus intereses del presente.

Más concreto aún. La memoria nos encierra en "una ilusión maniquea", dice Todorov, a la que define como "la división de la humanidad en dos compartimientos estancos: buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables. La Historia nos libera de esa ilusión maniquea".

La historia, si está fundada en la verdad, es mucho más que la memoria.
© LA NACION.