viernes, 4 de mayo de 2012

Juan José Rosso


LA ARGENTINA,
PARIA EN EL MUNDO.

por Jorge R. Enríquez (*)

Desde hace años venimos cuestionando la indiferencia del gobierno argentino respecto de las consecuencias en el ámbito internacional de sus políticas.
Aún las decisiones de carácter externo, se toman pensando exclusivamente en cómo repercutirán en el ámbito doméstico. Pero estos criterios son insostenibles en el tiempo. 
El mundo existe, le guste o no a los Kirchner, y cada vez está más interrelacionado, pese a los que lloran por la globalización y añoran un pasado ilusorio en el que supuestamente vivíamos con lo nuestro.
Los países no se desarrollan de esa forma. 

El gran problema del nuestro es la falta de confianza que genera no sólo en los foráneos sino en los propios argentinos.
Los países más dinámicos de América Latina están intentando frenar el aluvional ingreso de dólares, para que sus monedas locales no se aprecien demasiado, lo que haría perder competitividad a sus economías. 

En la Argentina, ocurre el fenómeno inverso: 
se apela a controles cambiaros, a restricciones a las importaciones y a medidas policiales para frenar la fuga de dólares.
¿Por qué ocurre esto? 

¿Hay una conspiración de la sinarquía internacional? 
No, son los efectos del tan publicitado "modelo", que no es otra cosa que el nombre elegante del capitalismo de amigos y del populismo.
Como no se respetan las reglas del juego, como nadie sabe si conservará su propiedad o se cumplirán los contratos que ha pactado, los ahorros de los argentinos se refugian en la moneda que desde hace décadas es nuestra reserva. Es, además, un acto racional, porque el dólar está barato en relación a otros bienes, ya que la moneda argentina se ha depreciado muy poco frente a la norteamericana si la comparamos con la inflación.
La "toma" de YPF y su confiscación profundizan el aislamiento argentino y la falta de confianza.
Hay que recordar que en virtud de nuestra historia ya tenemos una pésima fama. 

En el CIADI, el tribunal arbitral del Banco Mundial, la Argentina tiene el récord de demandas en su contra y también el récord de condenas que no ha pagado.
Lo más triste es que una maniobra tan burda como la que se hace respecto de YPF pueda tener el aplauso de la mayoría de la población, a la que se le tocan irresponsablemente sus fibras nacionalistas.
Como ha escrito el dirigente radical Facundo Suárez Lastra en un artículo periodístico, esta YPF nada tiene que ver con aquella que despierta las añoranzas de nuestros compatriotas.

Esa ya no existe. 
Esta YPF sólo tiene de la anterior el nombre.
Es una empresa privada más.
Aún cuando la gestión de Repsol hubiera sido defectuosa, aún cuando se hubiera provocado un vaciamiento de la empresa, el problema de fondo no es ese, sino la existencia de una política energética pésima, cortoplacista, que no alentó las inversiones de riesgo. Por eso no es sólo YPF la que no ha extraído el petróleo y el gas necesarios: no lo hizo ninguna de las otras compañías del sector.
Es esencial destacar que YPF sólo tiene un 30% de la actividad de ese sector. ¿Van a expropiar también a Total y las otras empresas que no han producido lo deseable para un país en crecimiento?
Y qué decir de la cachetada a la dignidad pública que significa que se designe como "interventor" de YPF a quien manejó la política energética por nueve años y llevó a este desastre.
Quiénes no pudieron, no supieron o no quisieron controlar el vaciamiento de la empresa por parte de Repsol, son los mismos incapaces que ahora pretenden gestionar la petrolera devenida en estatal.
Los principales diarios del mundo condenan en duros términos a la Argentina. 

Pero la peor condena será la de los operadores económicos. 
Pocos invertirán ahora en nuestro país, salvo que puedan obtener una ganancia rápida o exorbitante. Pero para eso ya están en la cola hace rato los amigos del poder: los Cristóbal López, los Lázaro Báez y compañía.
(*) El autor es abogado y periodista
Lunes 23 de abril de 2012 

Dr. Jorge R. Enríquez
jrenriquez2000@gmail.com
twitter: @enriquezjorge