jueves, 5 de julio de 2012

Si estamos a tiempo ...


LA PERDIDA DE UNA OPORTUNIDAD ...


Y LA CONSTRUCCION DE UNA ALTERNATIVA ...


Carlos Brown.



Hoy en día todos los argentinos estamos viviendo una circunstancia difícil, en un país que podría haber resuelto las cosas de otra manera. Sobre todo porque hubo un gran esfuerzo nacional en el 2002 para salir de una crisis terminal, y las condiciones mundiales favorecieron notablemente a la Argentina desde 2003 en adelante.
A partir del crecimiento de naciones que antes estaban sumergidas, principalmente de Asia Pacífico, el mundo nos ha dado grandes oportunidades. Los demandantes más importantes de nuestros productos ya no son Europa o Estados Unidos, con quienes hemos tenido históricamente relaciones económicas fuertes pero deficitarias, sino las economías emergentes de China, India, Pakistán, Vietnam, etcétera. Y esta situación nos ha ofrecido un panorama hacia adelante más que promisorio.
Sin embargo, si uno tuviera que hacer un análisis de este gobierno y decir qué es lo que se puede criticar más fuertemente, yo creo que es la pérdida de una oportunidad. Estas características de la economía mundial actual lo han favorecido, ya que el país ha gozado de un crecimiento sostenido en el tiempo. 

Pero estos beneficios no se visualizan en la sociedad argentina en su conjunto.
Hoy existen índices de pobreza y marginalidad en cifras alarmantes. Cuando yo era intendente de Gral. San Martín, uno de los distritos más populosos del conurbano bonaerense, entre los años 1987 y 1991, había aproximadamente un 20 por ciento de personas con necesidades básicas insatisfechas. Actualmente, se ubican por encima del 40 por ciento.
No tenemos resueltos nuestros problemas infraestructurales, energéticos y de transporte. Tampoco hemos remediado los temas económicos y financieros, siendo la presión impositiva la única respuesta a todo ello. Tenemos un gobierno que captura fondos en demérito no sólo de quienes los aportan, sino también de las provincias, entre las cuales debería repartir esos valores y a las que extorsiona en función de su sumisión política.
Entonces, ¿dónde está la transformación de la Argentina? ¿En los nuevos puertos de Rosario, por ejemplo? Allí, que es donde se reúne la gran cosecha de granos que sale al exterior, hay momentos en que se concentran más de 14.000 camiones por día y tienen que esperar semanas, porque la infraestructura del transporte, del sistema vial, es la misma que la de hace treinta años –cuando teníamos una cosecha de 30 ó 40 millones de toneladas, en lugar de una de 100 millones-.
¿En el sector energético? Como expositor en la Cámara de Diputados cuando se trató el tema de YPF, señalé un tercer gran negocio espurio en relación a ello. Primero fue la privatización, luego la venta de una parte de Repsol a Eskenazi sin dinero, y hoy han logrado tener una empresa del sector privado, con un porcentaje de acciones en manos del Estado, pero que puede hacer cualquier tipo de acuerdo, transacción, joint ventures, etcétera, con empresas públicas o privadas, nacionales o extranjeras. Así lo dice expresamente –incluso sobreabundantemente- uno de los artículos de la ley, lo cual les permite estar realizando reuniones y encuentros para tratar de concretar este tercer negocio con alguna empresa extranjera.
Es decir que nos han cambiado a Repsol por Exxon, o alguna empresa similar, pero en definitiva nos han envuelto a todos con el paño de la argentinidad y con el relato de que detrás de esto hay una pretendida nacionalización cara al sentimiento popular.
Entonces, insisto: el principal problema, además de otras cuestiones vinculadas con la corrupción o con la inseguridad personal y jurídica, es la pérdida de una oportunidad. Un gobierno, que debió haber trabajado con los sectores de la producción, que debió haber evitado la pelea con el campo y la agroindustria, y que debió haber hecho el gran acuerdo para trabajar en función de las exportaciones de los productos agroalimentarios con valor agregado, para que se produjera una explosión del crecimiento y del desarrollo sostenido en la República Argentina, ha optado simplemente por un concepto perimido desde el punto de vista ideológico, provocando un enfrentamiento con estos sectores y, desde allí, justificando los impuestazos, el manejo de caja y la extorsión política.
Con ese telón de fondo, la mayor preocupación es que existe una cultura del trabajo que se está despedazando, y a través de intentos de modificaciones al Código Civil y otras leyes, sin mayores análisis, pretenden transformar nuestra idiosincrasia. Parece que el objetivo es lograr que los argentinos otra vez nos peleemos por posiciones extremas, lo cual no tiene mayor sentido en un mundo globalizado. Se ha impuesto la confrontación como base del manejo de la política.
No estoy de acuerdo con ello. Creo que la política es la búsqueda de los acuerdos, de los consensos, de las soluciones. Entonces, me pregunto cómo volvemos, no hacia atrás, sino a reconstruir una instancia posible hacia adelante.
Con una oposición débil, dividida, que hasta el momento no ha sabido constituir una alternativa, pienso que lo primero que debemos hacer es sentar las bases de una estrategia común, de un plan que se vincule con las oportunidades que tiene la Argentina. Tenemos que decirles a nuestros conciudadanos que existe la posibilidad de una Argentina diferente y que, para ello, tenemos una estrategia de conjunto, sin perjuicio de las diferencias políticas.
Hay algo que es crucial: si existe un proyecto, tiene que haber simultáneamente una persona o un grupo que garantice que allí está la posibilidad de la diferenciación. Desde el Parlamento esto es extremadamente difícil de lograr, porque hoy en día ellos tienen la mayoría. Y por más que nuestras bancas estén unidas, no alcanza.
Entonces, lo que tenemos que hacer es confiar en la democracia, en el voto de la gente, en la posibilidad de que haya un cambio, pero al mismo tiempo tenemos que trabajar para que la sociedad confíe en nosotros. Tenemos que demostrar que podemos trabajar bien, mucho mejor que ellos, y de esa manera lograremos constituir una alternativa.
Ésta es la tarea que estamos haciendo desde el Movimiento Productivo Argentino, que ya es un reconocido centro de pensamiento estratégico. Allí nos acompañan un grupo de académicos e intelectuales muy importantes y organizamos dos áreas de trabajo significativas, una de economía social y la otra académica. Nuestra actividad más reciente fue una conferencia magistral de Fernando H. Cardoso, quien nos habló sobre la posibilidad de construir un país en serio, aun en la divergencia.
Asimismo, ocho instituciones (Fundación Alem, Argentina Siglo 21, CADAL, CIESO, Consenso Republicano, Movimiento Productivo Argentino, Nuevas Generaciones y Pensar) firmamos un documento de creación unánime, que hemos denominado “Consenso Cívico”. Y recientemente lo han suscrito cuatro instituciones más (Afianzar Abogados por la República; Centro de Investigación y Desarrollo Institucional; Consenso y Democracia; y el Instituto de Políticas Públicas y Formación Dr. Guillermo Maci). En este marco, hemos organizado un encuentro de debate sobre la Procuración de la Corte, y próximamente haremos un trabajo vinculado con la problemática del relato y la realidad económica.
Todos estos esfuerzos nos demuestran que existen puntos de convergencia, más allá de las diferencias políticas, en los cuales podemos trabajar para lograr una Argentina de la producción y el trabajo. Y ésa es nuestra única alternativa de futuro.
Carlos R. Brown
Diputado Nacional