domingo, 19 de enero de 2014

Reservas. . .


2014


Carta de

Lectores

de Carlos

Alberto

Castriota.


publicada en Edición Impresa del Diario LA NACION del Sábado 18 de Enero del 2014.

Reservas Morales.

Ya se conoce que nuestro país ha perdido más de 22.000 millones de sus reservas en el Banco Central. Mucho más grave que esto es que también se ha perdido, sobre todo en las clases dirigentes, sus mejores reservas morales de honestidad, respeto a la opinión diferente, defensa de la verdad aunque duela y compromiso por el bienestar de los semejantes. Esas reservas estaban depositadas en la conciencia de las personas. Cada dirigente sabrá cómo hacer para recuperarlas con el fin de ponerlas al servicio del país.

Carlos Alberto Castriota
DNI 10.627.447

Carta


2014


Carta del Capitán 
de Marina Mercante 
Fernando Morales 
a Echegaray, que 
egresó del 
Liceo Naval 
y prestó servicios 
en la Armada‏.


No sabía que Echegaray es egresado del Liceo Naval Almirante Brown y que prestó servicios efectivos en la Armada, alcanzando el grado de Teniente de Corbeta. Lo que sigue es parte de una carta pública que el Capitán Fernando Morales le dirigió a Echegaray con motivo de su viaje a Brasil. El autor es capitán de la Marina Mercante, Capitán de Fragata de la Reserva Naval y Veterano de Malvinas. Vale la pena reflexionar en la diferencia que hace entre “lo que se quiere hacer”, “lo que se puede hacer” y “lo que se debe hacer”. Nos recuerda que “No corresponde hacer lo que se quiere o lo que se puede, sino intentar, por todo lo medios, hacer lo que se debe”. Vale la pena.

“Sin juzgar -por no estar capacitado para ello- los resultados de la gestión del teniente Echegaray al frente de la agencia recaudatoria nacional, ni mucho menos intentar indagar si posee los recursos económicos para realizar sus particulares festejos de fin de año rodeado de familiares y empresarios (doy por descontado que podrá justificar hasta el último centavo de sus gastos), me quiero permitir reflexionar sobre todo aquello que al parecer no aprendió del todo bien durante su formación como hombre de mar.

Un marino aprende muchas cosas que son sólo aplicables en alta mar. Pero nos enseñan muchas otras que nos marcan para siempre en cada acto de nuestra vida. Una de esas es la de predicar con el ejemplo, tratar siempre de que nuestros subordinados o conducidos nos obedezcan no por miedo sino porque nuestra actitud amerita su respeto y obediencia natural. Se nos enseña también la diferencia entre el poder y el deber. De más está decir que en la historia naval argentina muchos han sido los marinos que confundieron los términos, pero eso no está bajo análisis en esta columna.

Un marino, uno de verdad, jamás tomará la ración de agua de su compañero si es que ésta escasea a bordo. Jamás abusará del cargo para obtener una porción más grande de alimento si sabe que la comida no alcanza. Nunca abandonará la nave (al estilo Schiettino) si hay camaradas o subordinados en peligro. Nunca hará lo que quiera, ni se conformará con hacer lo que pueda, intentará hacer por todos los medios a su alcance simplemente lo que deba.

Es por ello que reconociéndole al Dr. Echegaray su derecho a viajar al exterior cuando le plazca, asumiendo que los miles de argentinos sin luz, sin agua y en riesgo cierto de vida por falta de atención básica no hubieran mejorado su situación si él permanecía en el país; suponiendo que la gran cantidad de dólares que gastó en su pequeño lujo para nada nacional y popular son fruto de ahorros producidos antes de que él mismo le prohíba ahorrar en moneda extranjera a todos sus conciudadanos. Me permito decirle de capitán a teniente: usted realmente podía hacer todo lo que hizo, el problema está en que simplemente no debía hacerlo. Un poco de recato, una pizca de vergüenza, unas gotas de sentido común y un chorrito de compasión, deberían haber sido suficiente para hacerle dar cuenta de que sus camaradas de la vida civil (es decir, el resto de sus conciudadanos) no la están pasando bien. Usted es un oficial de la plana mayor del gobierno que conduce esta nave y como marino que es debería recordar que en medio de un temporal la tripulación debe mantenerse unida y en sus puestos de guardia.

Si luego de leer esta columna, abre la puerta de su guardarropas y ve colgado su uniforme de marino, recapacite en todo lo que aprendió y tal vez olvidó, podría tener un gesto digno y renunciar si no a su cargo en el gobierno, a su condición de hombre de mar al menos, y si no lo hace, recuerde que lo que Brown nos dijo fue: “Es preferible irse a pique que rendir el pabellón”. A pique teniente, no a Río de Janeiro”.


Fernando Morales.
Es maquinista naval superior (veterano de guerra de Malvinas), licenciado en Administración Naviera, perito naval, diplomado como oficial del Estado Mayor Especial y vicepresidente de la Liga Naval Argentina. Además, cursó la maestría en Dirección de Organizaciones del Instituto Universitario Naval.




De los generales del 55 a los 55 generales del 2013


2014: “año de homenaje al almirante Guillermo Brown”. Esta frase será leída por todo habitante de Argentina que reciba algún documento emanado del Estado Nacional, toda la papelería de cualquier dependencia oficial deberá obligatoriamente contener esta frase-homenaje durante todo el presente año.

El justo reconocimiento parece reafirmar, una vez más, la constante rendición de honores que la sociedad de nuestro país y sus sucesivos gobernantes en general tienen para con los máximos líderes militares criollos o europeos (tal el caso de Brown) que contribuyeron con su espada a consolidar la independencia de la patria, en los albores del siglo XIX. Es muy justo reconocer que aquellas fuerzas armadas resultaron ser una conjunción de oficiales formados en academias militares europeas y milicias criollas que suplieron la inexperiencia e improvisación con incontenibles ansias de libertad.

El siglo XX, por el contrario, estaría signado por un cada vez mayor distanciamiento entre civiles y uniformados; los ya conocidos períodos de alternancia entre gobiernos constitucionales y de facto, transformaron a las FFAA en la práctica en un partido político más, con la variante de no serle necesario el pasaje por las urnas para tomar el poder. Sin lugar a dudas la figura de Juan Domingo Perón vino a agregar un condimento especial a esta ensalada; él sí utilizó el grado y las botas pero también los votos y en tres oportunidades indiscutibles, el pueblo lo votó y lo aclamó con la castrense denominación de “mi general”.

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Informador Público | enero 15  2014 en 1:59 am | URL: http://wp.me/p2akFi-aBw