sábado, 23 de julio de 2011

De comicios y prejuicios
El domingo pasado la Ciudad de Buenos Aires concurrió a las urnas en un acto electoral ejemplar más allá de los resultados. 
La victoria de PRO con 47% de los votos para Jefe de Gobierno y 16 bancas en la Legislatura, es una confirmación del lugar ganado por este nuevo espacio a nivel local. 
"Ganó la rebeldía de los que quieren un mundo real", dijo Alejandro Rozitchner: "ganó el poder de la gente, la osadía de meterse en política y no temer lo que las mafias políticas escudadas en un indigno populismo puedan hacer o decir, inventar o manipular. (...) 
Este resultado electoral demuestra que los votantes comprenden que el fondo de este proyecto político es un deseo sincero y compartido de mejorar las cosas."
No todos lo entendieron así. 
En Página/12, el músico Fito Páez dijo que "da asco la mitad de Buenos Aires". 
A puro prejuicio, Páez sostuvo que el votante de PRO se siente "molesto ante cualquier idea ligada a los derechos humanos"; que "le gusta tener el bolsillo lleno" sin importar a costa de qué; que es "gente con ideas para pocos, gente egoísta, gente sin swing". 
Un observador un poco más agudo de la realidad, Tomás Abraham, había dicho un día antes: "he percibido en quienes quieren a toda costa desbancar a Macri, entre mis amigos progres, los bien pensantes, los que se espantan ante la palabra neoliberalismo, la gente políticamente correcta de la cultura porteña: lo que más les disgusta no es que sea de derecha, sino que sea rico".
Nuestro coordinador de Justicia, Mauricio Devoto, pidió en La Nación: "no se desesperen, locos". Los críticos "se desesperan porque (...) sólo escuchan a un Alejandro Rozitchner que habla de entusiasmo, de ganas de vivir, de ser feliz y promover la felicidad de otros, de proyectos más que el resentimiento neurótico y la obsesión con el pasado. O de un Federico Pinedo que dice que es más importante el largo plazo que el corto, el futuro que el pasado, el cambio que la resignación, los hechos que las palabras, la unión que la división, la construcción que la destrucción, el respeto que la intolerancia, el diálogo que la cadena nacional, el centro que las extremas derechas o izquierdas". Más allá de los prejuicios que despertaron las elecciones, debemos seguir construyendo una Ciudad y un país grandes y para todos.


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