lunes, 31 de octubre de 2011


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Coyuntura N°4 › 27 de Octubre de 2011
 



N° 4 
Internacional

¿Y Estados Unidos?
En los medios se habla mucho de la crisis internacional, con foco en Europa en cómo puede impactar en Argentina a través de lo que suceda en Brasil y China. Menos se informa sobre la mayor economía del planeta, pero EE.UU. presenta perspectivas poco alentadoras. 
¿Se viene un cambio de escenario para los países en desarrollo? 
¿Termina el viento de cola?

Economía

A la luz de los subsidios:
Pocas cosas son realmente gratis en esta vida, y los bienes y servicios subsidiados no lo son. Tan sólo se pone distancia entre quien los usa y quien los paga. Hay bastante consenso sobre la justicia y la equidad de los subsidios destinados a los sectores menos pudientes, pero este consenso se diluye al alejarse de esa premisa; y los subsidios ya llegan a 3% del PBI.

Política sin sorpresas.

Las elecciones nacionales pasaron casi sin sorpresas y el FPV ostenta un dominio casi total, tanto en lo territorial como en el Congreso. En el corto plazo, queda ver qué rumbo toma el oficialismo: no hay aún novedades en torno al gabinete ni a la economía. A más largo plazo, se impone recomponer el sistema partidario, y el PRO ya dio un paso importante el domingo.
Coyuntura

¿Y Estados Unidos?

Los acontecimientos de los últimos meses en relación al desempeño de la economía mundial han acaparado la atención de la mayoría de los medios. Cualquier lector habitual de los diversos diarios sabe que el mundo está atravesando una crisis y que en el viejo continente se encuentra su epicentro, o que Brasil ha devaluado su moneda y que su nivel de actividad se ha desacelerado. 
Pero mucho menos se ha informado sobre la situación de la mayor economía del planeta.
Cuando la economía estadounidense se vio afectada por los episodios relacionados a las hipotecas de baja calidad, su gobierno respondió con una batería de medidas para evitar que la crisis se intensificara (se buscaba, sobre todo, evitar la caída de los bancos que poseían esas hipotecas). El impacto de estas medidas fue auspicioso, por lo menos inicialmente, ya que permitieron que la economía comenzara a recuperarse luego de cuatro trimestres de caídas. 

Pero la foto actual no es alentadora.
 Las medidas de expansión del gasto público han dejado grandes interrogantes fiscales  que lo asemejan a los países europeos en problemas.
La deuda pública es de casi 100% del PBI y el déficit proyectado para el corriente año asciende a casi 9%. También las políticas de expansión monetaria han dejado incertidumbre de cara al futuro. 
Además,  el desempeño del nivel de actividad no ha sido el mejor y ha dado señales de fatiga con una desaceleración marcada en su crecimiento y la percepción de que una nueva recesión podría estar por venir.
Quizás el indicador que mejor ilustra que las medidas adoptadas por Estados Unidos fueron un alivio temporal es el comportamiento del desempleo. 
Con anterioridad a la recesión del año 2008 el desempleo era 5%; 20 meses después 
tocó el record de los últimos 26 años (10,1%), y los datos de septiembre de 2011 lo ubican en 9,1%. A pesar de que Estados Unidos ha dejado la recesión hace más de un año y medio, las mejoras en los niveles de empleo son escasas. 
Si analizamos la situación desde una perspectiva histórica (ver gráfico), en las anteriores recesiones el empleo había vuelto a sus niveles normales en un promedio de 25 meses. 
Desde el comienzo de la recesión de las hipotecas subprime a la actualidad han pasado 45 meses y el nivel de empleo todavía se encuentra en niveles muy inferiores.
Las proyecciones para la mayor economía del mundo no son alentadoras y se suman a las de un mundo con cada vez más problemas, dejando en evidencia el cambio de escenario para los países en desarrollo, con un viento de cola que va perdiendo fuerza

A la luz de los subsidios:

Durante el discurso en el que la presidente Cristina Fernández anunció la nacionalización de la transmisión del fútbol de primera división, un pasaje llamó especialmente la atención: 
“El deporte más importante de los argentinos, para todos los argentinos, gratis”. 
Esa frase encierra un término muy mal utilizado y que genera mucha confusión: gratis.
Pocas cosas  son  realmente gratuitas, y  el  fútbol para todos no es una de ellas. 
El término adecuado sería el de “fútbol subsidiado”: un subsidio es un pago o incentivo que se da a un sector de la población (empresas o personas). 
Pero ningún subsidio es “gratis”: es el Estado quien lo financia, por medio de los impuestos cobrados a los contribuyentes.
Desde la salida de la convertibilidad, los montos destinados a los subsidios han crecido exponencialmente. 
Se utilizaban dos argumentos:  dotar a la gente de menos recursos, el mínimo para subsistir 
(asistencial); y dar recursos a empresas para que cubran sus costos y evitar  así subas de 
tarifas que empujen la inflación. 
Pero, con un Estado recaudando cada vez más (aumento de los niveles de actividad e inflación 
mediante), la herramienta del subsidio se hizo demasiado generosa y terminó abarcando desde Aerolíneas Argentinas hasta el fútbol “gratis”
A veces el subsidio quita incentivos a invertir para incrementar la eficiencia y la producción. 
El ejemplo más claro es la generación eléctrica: el Estado ha destinado cuantiosos recursos para evitar que aumenten las tarifas (este año llegarán a $45.000 millones o 2,5% del PBI). La consecuencia ha sido un estancamiento en la generación de energía y un sobre consumo por los precios bajos.
Si bien hay relativo consenso sobre la justicia y la equidad en los subsidios destinados a los sectores menos pudientes, este consenso se va diluyendo cuando se va alejando de esa premisa. Un ejemplo paradigmático es el del consumo de gas: los argentinos más pobres se abastecen de garrafas cobradas a precio de mercado, mientras que el Estado subsidia 
el consumo residencial, incluso de las zonas más caras de Buenos Aires. 
También entra en discusión la “necesidad” o prioridad de ciertos gastos públicos: ¿con qué argumento destinamos $1.200 millones a financiar fútbol, si esos mismos 
recursos podrían sacar a 500.000 argentinos de la indigencia? (Calculado con la canasta del INDEC de $187.).
Con un equivalente a gasto en subsidios, proyectado para este año, de casi 6% del PBI, nos preguntamos si los destinatarios serán quienes más lo necesitan. 
La respuesta a esta pregunta encierra, tal vez, otro concepto: el derroche en épocas de vacas gordas. 
Épocas que, quizás, estén terminando.

Sin sorpresas.

Las elecciones del domingo se realizaron casi sin sorpresas, pero no por ello resulta menos notable el panorama político, caracterizado por un dominio casi total del oficialismo. Las preguntas a partir de este hecho son, por un lado, qué hará el FPV con este predominio y, por el otro, qué caminos se abren para otros partidos.
Conviene repasar el dominio logrado por el oficialismo. 
Cristina Fernández obtuvo casi 54% de los votos, el mayor caudal desde el regreso de la democracia; y  sólo la cuarta en superar  50% 
(acompañando nada menos que a Yrigoyen, Perón y Alfonsín). 
Otro dato es la distancia de 37 puntos porcentuales con su perseguidor inmediato, 
Hermes Binner: un abismo.
 La presidente ganó en todas los distritos menos en San Luis, donde obtuvo el porcentajes mínimo de 31%, y el máximo fue de 78% en Formosa. 
En lo que hace al poder territorial, el  FPV  y sus aliados controlan  todos  los gobiernos 
provinciales menos San Luis (PJ no kirchnerista), Santa Fe (socialismo), Corrientes (radicalismo) y Ciudad de Buenos Aires (PRO). En la provincia de Buenos Aires, el FPV gobernaba 98 de 135 municipios; con las elecciones del domingo pasará a gobernar 105 
contra sólo 30 de otros partidos. 
En el Congreso, el FPV contará con 134 diputados y 38 senadores. Eso es suficiente para 
el quórum en ambas cámaras, pero aún lejos de los dos tercios requeridos para reformar la Constitución (171 diputados y 48 senadores), aunque podrá acercarse a ese número con algunos “pases” desde el otrora peronismo disidente. 
Después de la victoria, la presidente dio un discurso moderado en el que hizo un llamado a la unidad nacional y dio indicios de que no buscaría una re-reelección. 
Algunos  temen  que más que unidad se busque unanimidad, sobre todo después de algunas apariciones de los menos dialoguistas Guillermo Moreno y Juan Manuel Abal Medina. 
No hubo, por otra parte, novedades respecto del gabinete nacional, y las medidas tomadas para contener al dólar (más del lado del control que de mejorar las expectativas), no parecen ir por el camino correcto. Deberemos, pues, seguir esperando. 
Lo que no puede esperar es la reconstrucción del sistema partidario, algo a lo que se refirió la misma presidente en su discurso. 
¿Puede esperarse una reconstrucción de la UCR? 
¿Puede, acaso, el socialismo ser eje de un partido nacional?
¿Qué puede suceder con el peronismo no kirchnerista y con los resabios de la Coalición Cívica? En el medio de estos interrogantes, PRO dio un paso importante al conseguir por primera vez una intendencia en el conurbano bonaerense y al haber logrado un record histórico de corte de boleta en la Ciudad de Buenos Aires. Durante los próximos cuatro años deberá continuar ese trabajo para presentar una alternativa que impulse una Argentina grande y para todos.

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