martes, 13 de marzo de 2012

Boudou y Moreno, 

dos "joyas" de la corona‏.


 Carlos Berro Madero .

Ante la sorpresa de una realidad que conmueve "hasta el tuétano", he sentido la necesidad de dedicarles dos reflexiones, una seria y más sarcástica la otra, a dos figuras del kirchnerismo que deberían figurar en alguna vitrina de "rarezas" de nuestro tiempo.
Cordialmente, el autor.




BOUDOU, UN “ARRIBISTA” 
DE VUELO BAJO.
Quizá sea mucho pedirle al vicepresidente Boudou que “se dé una vuelta” por el pensamiento clásico para poder comprender por qué algunas personas pueden llegar a extremos de estupidez que mueven a asombro.
Fundamentalmente, porque más allá de sus ambiciones parece no haber entendido que la ideología es una máquina de triturar simpatizantes, en tanto el “credo” de un movimiento político se desplace de uno a otro extremo del arco iris según sus necesidades.
Su designación fue, sin lugar a dudas, una “revancha” póstuma de Cristina, dirigida posiblemente a corregir la “herencia” que, según ella, recibió de su marido en vida: el nombramiento del tan denostado Julio Cobos.
Los que saben, aseguran que alguna vez se lo echó en cara a Néstor de viva voz y con inusitada violencia doméstica de por medio.
En este caso, muy probablemente además, optó por algunas cuestiones estéticas que hemos observado la atraen sobremanera: rodearse de una juventud “carilinda” y ambiciosa para cederles alguna porción de su poder en actos majestuosos de potestad “regente”.
Siempre y cuando, por supuesto, acepten que las riendas del carruaje las maneja solamente ella.
A Martín Loustau se le podría preguntar algo de esto, y a Massa, y quizá a algunos otros cuyos nombres no importan tanto a los fines de lo que deseamos ejemplificar.
Boudou es un emergente de las conductas “selectivas” de Cristina, que privilegia los “sentidos” por sobre el razonamiento, lo cual no es nada nuevo. 

En efecto, suele practicar su soberbia con magnanimidad, pretendiendo que los “elegidos” para cada caso mantengan ciertos patrones de “apariencia” y de conducta, respondiendo siempre a la “voz de mando” sin cuestionamientos.
Fácil es comprobar que estas designaciones “viscerales”, por medio de las cuales algunos han sido admitidos en el olimpo, los confunden y comienzan a construir para ellos lo que imaginan como “terreno propio”.
Esto parece haber sucedido con el “guitarrista rockero” vicepresidente.
Probablemente no se detuvo a analizar el peligro que esto implica: donde las dan, las toman, dirían en España. 
Por otra parte, “si el hombre no fija nunca la mirada en su interior, y obra según le impelen las pasiones, sin cuidarse de averiguar de dónde nace el impulso, para él 
LLEGAN A SER UNA MISMA COSA PASIÓN Y VOLUNTAD”, como sostiene Balmes.
Otra vez debemos traer a colación los rasgos psicológicos de los protagonistas de estas historias de confusiones “palaciegas”, enredos y castigos, porque allí se encierran muchos secretos que están enturbiando la vida política de nuestro país.
Muy seguramente Boudou removerá cielo y tierra para recuperar “la vertical”, y quizá lo logre. 
Lo que no podrá impedir, es salir de las cuestiones que hoy lo afectan considerablemente dañado, con lo cual pasará a constituirse en un verdadero títere del poder.
Eso, siempre y cuando algún juez riguroso no entienda que ha sonado la hora de poner límites al absolutismo y la impunidad.
Detrás del vicepresidente podría existir una larga lista de espera de funcionarios a los que habría que recordar que deberían dejar de lado algunos “goces” que les satisfagan, teniendo presente que por encima de ellos está la Presidente, una mujer inestable y dominante, que “fulmina” a quienes no aceptan las reglas de “su” juego.
En toda esta historia de Ciccone, impresión de billetes y testaferros, causa la impresión de que Boudou ha resultado finalmente un mediocre “arribista” de vuelo bajo.
¿Su caso, servirá de atención a los demás?
carlosberro24@gmail.com

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MORENO, UN “VALIOSO” EXPORTADOR DE LOS SUEÑOS KIRCHNERISTAS.
¿Cómo no se nos ocurrió pensar antes en Angola, Tanzania, Zimbawe, Nigeria, la Isla de Malta, el archipiélago de las Galápagos, el Polo Norte y tantos otros lugares donde el “compre argentino” podría tener tanto éxito?
Guillermo Moreno es un genio por haber descubierto que los mejores negocios se hacen primordialmente con los países que tienen gobiernos con una corrupción similar a la nuestra.
Y, por su intermedio, nos permite además exportar las valiosas cualidades histriónicas del argentino “canchero”, llegando a cada lugar que visitamos con globos y camisas “copias” de sus originales, fabricadas en talleres clandestinos situados a la orilla del Riachuelo en pequeñas cantidades, ideales para vestir a la “oligarquía” subdesarrollada reinante en donde el poderoso Secretario de Comercio decide “anclar” sus viajes charter, que pagamos entre “todos y todas” con nuestros impuestos.
Lo importante es “transpirar la camiseta”, demostrar que tenemos vocación de trabajo y que no nos arredrarán nunca cuestiones de raza ni sistemas de gobierno, sean o no autoritarios. 

Conseguir dólares para poder gastarlos en obras trascendentes como el Salón de los Ídolos de la Casa de Gobierno, o el fútbol para todos, o Cristinópolis (¿o Megalópolis?), o cualquier otro emprendimiento que como el tren “bala” nos sirva para probarle al resto del mundo que sabemos “vivir con estilo” a pesar de nuestra escuálida productividad.
Una productividad que hemos logrado mejorar enormemente con los planes “descansar” y las asignaciones “universales” por hijos que no estudian, promovidos por el “mejor gobierno de los últimos 200 años”. Moreno representa la flor y nata de una reserva de “intelectuales” modernos que llevan a la práctica los sueños de grandeza que muchos argentinos mantenemos dormidos bajo la almohada donde apoyamos la cabeza cuando nos vamos a dormir.
Es el “mago” capaz de convertir una bolsa de plástico en un artículo de cotillón, imprimiendo en su exterior leyendas alusivas a nuestras obsesiones, mediante contratos firmados con imprentas quebradas que de tal manera reviven y permiten que se puedan ganar el pan los monotributistas sin trabajo. 
¿Cómo dudamos de lo que nos promete? 
¿Sus cifras no coinciden con la realidad? 
No importa. Sus engaños nos permiten reemplazar con ventaja las sesiones de psicoterapia que necesitaríamos para entender por qué siendo la Argentina un país con tantas posibilidades de progresar se está “yendo al tacho” en forma vertiginosa.
Moreno es la persona que mejor interpreta la realidad. 
El que sabe mejor que nadie por qué razón Maynard Keynes, Adam Smith, Prebisch, von Mises, y aún Obama, no saben nada de lo que es el comercio nacional e internacional. 
E insiste (sin suerte por ahora), en probárnoslo de cualquier modo que le sea posible. 
Todo es una cuestión de tiempo; o de cantidad de globos, o de asaditos a punto.
Que hayamos tenido la suerte de que trabaje por nuestro futuro promisorio es debido a la “genialidad” de la Presidente que lo mantiene en su cargo “multipropósito”, que abarca cada vez más funciones simultáneas.
¿Qué hubiera ocurrido si Cristina le hubiera pedido que dejase el mismo cuando comenzó a toparse con el intríngulis de sus “programas”?
 ¿O que, para variar un poco, se le hubiera exigido que hiciera estadísticas veraces alguna vez?
¿Dónde estaría nuestra moral al ver en ese caso con cuánta facilidad nos estamos deslizando por la pendiente de la irrelevancia?
El problema consiste –según él-, en trabajar 14, ó 18 ó vaya a saber cuántas horas por día, dedicando dichas horas de labor a ir para adelante siempre; con energía desbordante y muchas ganas de cambiar la realidad de cualquier manera. Moverse siempre en alguna dirección, haciendo “sombra” con guantes de boxeo y lanzando imprecaciones a los que se crucen en el camino.
No importa estrellarse cada mañana advirtiendo que dicha realidad pretende esquivarnos: lo importante es seguir apostando a que “emboquemos” algo de vez en cuando.
Lo que sea
Aunque más no fuera alguna ficha del juego de ludo en el casillero que dice “todos ponen” o “avanza cinco posiciones”.
Cuando vemos la magnitud de su labor, dudamos en el nombre que deberíamos ponerle a sus emprendimientos para que le hiciera honor a su clarividencia: 
¿Atrapados sin salida? 
¿De canillita a campeón? 
¿Los muchachos de antes no usaban gomina? Nos parece importantísimo que los argentinos de bien piensen en todo esto detenidamente.
Al menos como homenaje silencioso para este paladín de nuestras bienaventuranzas.
carlosberro24@gmail.com 

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