miércoles, 4 de julio de 2012

Corrupción


LAS FALSEDADES 

DE UN SISTEMA 
POPULISTA .


Por Carlos Berro Madero.


La mentira voluntaria, conscientemente empleada como medio de acción, es una práctica corriente en la esfera política, ya sea que emane de los gobiernos, de los partidos, de los sindicatos o de otros centros de poder.

En los gobiernos populistas –

por su naturaleza misma-, 
ningún dato cierto es puesto a disposición del público y ningún ciudadano tiene la posibilidad de informarse libremente sobre lo que ocurre.
Los “intelectuales” reclutados “ad hoc” y los funcionarios corruptos, tienen por misión hacer hincapié en datos falsos de una realidad parcial, impidiendo que se pueda estudiar con detenimiento la claridad de la información que se recibe de ellos.
La democracia, principalmente en América Latina, no ha conseguido modificar este hecho y los gobiernos que ascienden al poder van mezclando sutilmente la censura con la verdad, monopolizando una suerte de discurso único, que monta desprejuiciadamente lo que podríamos denominar como “facilismo populista”.
Entre los errores involuntarios (los menos) y el engaño deliberado hay un solo paso, donde se mezclan todas las dosificaciones posibles y el daño que se genera con ello termina sostenido por la necesidad de creer que está naturalmente ligado a la conciencia de las personas.
La mentira es siempre más sencilla además como método que el despliegue de la ideología y la mala fe, porque éstas terminan siendo soluciones que consumen mucha “energía creativa”. Torcer los datos disponibles de lo que sea, cambiarlos por otros inexistentes en la realidad que se analiza y lanzarlos a través de la propaganda oficial, es una gimnasia que está al alcance de cualquiera que sea encomendado a dicha tarea.
Solo hace falta poner “negro” donde debe decir “gris”. O “mil”, donde debe decir “cien”. Hay estadísticas que admiten fácilmente la construcción de mentiras “elásticas” y a eso se dedican prioritariamente los gobiernos populistas.
Si hablamos de viviendas, por dar un solo ejemplo tomado al azar, se las denomina como “soluciones habitacionales” y se suma así una casa nueva, una modesta ampliación o el cambio de la cañería de un baño y los revestimientos del mismo. Así se puede “transformar” un total para el rubro de 50.000 a 450.000 unidades, o más. 
Todo depende de la “creatividad” del funcionario de turno.
De esta forma se introduce la idea de que es muy fácil solucionar las demandas de la sociedad a partir de falsedades conceptuales como las descriptas precedentemente.
El kirchnerismo ha resultado ser un maestro en el arte de la mistificar la realidad. 
Con una desfachatez inédita, se dedicó premeditadamente a fabricar encuestas y montar una propaganda asfixiante que le permitió hacerse acreedor de muchos méritos que no ha tenido.
Hará falta mucho tiempo y esfuerzo para
desenmascarar alguna vez sus inexactitudes, surgidas de su negación para darnos acceso a la información que nos hubiera permitido medir la verdad sobre su verdadera eficiencia.
Cuando se dice que Néstor y Cristina Kirchner tuvieron “viento de cola” para consolidar su poder debido al auge de los precios de las materias primas en el mundo entero, se ha olvidado decir además que la mentira ha sido la verdadera plataforma de lanzamiento de sus supuestos “éxitos” económicos.
En los sistemas autoritarios, se desparraman en la vida pública maniobras deshonestas del calibre ya descripto, tratando de disimular en parte el foso que se abre entre la verdad y la incapacidad de un gobierno para hacer funcionar adecuadamente la administración pública.
Eso es lo que ha comenzado a develarse en estos días de “vacas flacas” y de allí la desesperación de Cristina y sus principales “espadas” por buscar “chivos expiatorios” a quienes endilgarles los gruesos errores tapados hasta hoy por sus desvergonzadas falsedades.
Será muy difícil –por no decir imposible-, que puedan zafar del aprieto en que se hallan metidos, porque las mentiras sistemáticas terminan conduciendo a la locura, ya que “cuando el hombre deja sin acción algunas de sus facultades “buenas” es un instrumento al que le faltan cuerdas; cuando las emplea mal, es un instrumento destemplado”. 
(Jaime Balmes).
La cara y el tono desencajado de la Presidente, cuando nos somete en estos días, a sus desvaríos parlantes, está evidenciando claramente esta realidad. carlosberro24@gmail.com 

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