2013
República
en Coma
Por :
Enrige Guillermo Avogadro.
“Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución, conforme a las leyes que al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Ejecutivo nacional. …” Artículo 21 de la Constitución Nacional.
El jueves 18
de abril –el ya famoso 18A- (este video convoca: http://tinyurl.com/d4l3zyr) las plazas y calles de todo el país se poblarán,
con absoluta certeza, de cientos de miles de compatriotas, que manifestarán su
indignación y su repulsa a todo un método de gobernar que, para enriquecer aún
más a sus funcionarios y a los empresarios amigos, no titubea en matar, sea en
los trenes, sea en las rutas, mediante inundaciones previsibles y evitables o,
simplemente, por la violencia con que la inseguridad se manifiesta hoy, causada
en gran medida por la proliferación de las drogas, un comercio atribuible
también a políticos y policías corruptos.
Anhelo que
el número de manifestantes que se expresó el 8 de noviembre de 2012 sea
superado por esta nueva muestra del hartazgo general pero, sobre todo, mi mayor
esperanza está cifrada en que, a diferencia de la anterior, ésta sirva para
unirnos a todos aquellos que no estamos dispuestos a tolerar un día más este
régimen de cambalache, mezcla rara de ladrones y cultores de ideologías
trasnochadas y fracasadas en el mundo entero.
Los
argentinos debiéramos aprovechar esta oportunidad para exigir que todos los
pre-candidatos a legisladores nacionales o provinciales se comprometan
públicamente y por escrito a no permitir que la Constitución sea reformada
nuevamente, para impedir que se termine de asesinarla. Si lo hacemos, si todos
nos esforzamos para cumplirla a rajatabla, todo lo demás nos será dado por
añadidura, ya que “para ser
verdaderamente libres es necesario ser esclavo de las leyes”.
Estamos
sometidos y empobrecidos a niveles inimaginables hace algunas décadas, porque
hemos tolerado que, como sucede con la rana cuando se la pone en agua fría para
iniciar su cocción, se nos hayan gradualmente amputado libertades y cercenado
derechos. Nuestros representantes, que pueblan el Congreso y las legislaturas provinciales,
se han dejado engatusar, en su terrible y costoso infantilismo, por el papel
dorado y las cintas brillantes con los que el kirchner-cristinismo ha sabido
envolver sus proyectos más demenciales.
Hemos visto,
sin reaccionar, cómo se confiscaban los ahorros en las AFJP’s para permitir al
Gobierno hacerse de los fondos; cómo se cambiaba la composición del Consejo de
la Magistratura para garantizar la impunidad de los jueces y de los
funcionarios corruptos y para perseguir a quienes dictan sentencias con arreglo
al derecho vigente; cómo se reformaba la carta orgánica del Banco Central para
emitir sin medida y generar más inflación, amén de saquear sus reservas; cómo,
con la excusa de garantizar la “mesa de los argentinos” se perdían doce millones
de cabezas de ganado y se cerraban cientos de frigoríficos; cómo, para poder
robarse YPF, se generaba una crisis energética que nos llevó a resignar el
autoabastecimiento e perder ingentes reservas de gas y de petróleo; cómo,
aprobando año tras año la “emergencia económica”, se otorgaron facultades al
Ejecutivo que lo faculta a estrangular a las provincias no alineadas y a
reasignar partidas presupuestarias, destinadas a la infraestructura, para
apoyar proyectos faraónicos que habilitan el latrocinio.
Tengo miles
de razones, después de cuarenta y seis años de ejercicio de la abogacía, para
creer que el Poder Judicial –y más los otros dos- necesita varios ajustes, para
garantizar la transparencia en la administración de justicia y la idoneidad e
independencia los jueces y para facilitar el acceso de los más pobres. Pero me
opongo férreamente a este disparate que el Gobierno ha inventado para poder
poner a la Justicia al servicio de sus planes más espurios, sin siquiera
discutirlos.
Estoy
convencido, por ejemplo, que los actuales jueces, y también los secretarios,
deben someterse periódicamente a exámenes sobre sus conocimientos. La forma de
garantizar la transparencia de tales evaluaciones sería, creo, que fueran
rendidos en forma anónima, como sucede en tantos concursos literarios, aquí y
en el mundo. Un Consejo de la Magistratura apolítico e independiente removería,
con esos resultados, a quienes no fueran aptos para ejercer la magistratura, y
designaría, utilizando el mismo procedimiento, las ternas a elevar al
Ejecutivo.
También sé
que, si trajéramos al presente una vieja institución española, el juicio de
residencia, y sometiéramos a él a todos los funcionarios de cierta jerarquía al
dejar sus cargos, podríamos empezar a recorrer el camino de la decencia en la
administración pública.
En fin;
cuando este régimen pseudo progresista -que hace discursos por izquierda pero
roba por derecha- termine, tendremos que arremangarnos todos para reconstruir
la República. Con los cimientos de la misma tan carcomidas por el “pobrismo”
que requiere la necesidad clientelista, será una tarea ímproba, que requerirá
de un cambio en la mentalidad de la sociedad. Debemos entender, por ejemplo,
que es perverso, además de inútil, subsidiar a las empresas y no a los consumidores
más pobres, o gastar en Aerolíneas Argentinas diez veces más que lo que
hubieran requerido las obras necesarias para evitar las inundaciones, pasadas o
futuras, de La Plata. Y que es imprescindible que los “planes” tengan un
correlato real de educación y prestación de servicios transformándolos, si se
quiere, en un aporte del Estado para completar los salarios de los nuevos
trabajadores que se incorporen a la actividad privada.
Por todo
eso, el 18A debe ser masivo, pero también conducente. Debe ser un claro mensaje
a los opositores, para que abandonen su vocación protagónica y acepten ser
actores de reparto en la nueva película que la Argentina debe comenzar a filmar
ya mismo. Si no lo hacen, no habrá marquesina en la que colocar sus nombres entre
luces, ya que todo será silencio y oscuridad.
Bs.As., 14
Abr 13
Enrique Guillermo Avogadro.
Abogado.
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