sábado, 6 de diciembre de 2014

Uno de ellos . .

Rodolfo Atilio Griffa
¡ Quien

es … 

Quien ¡

En la 
Argentina 
de Hoy.
Por :
MI.

Hoy,          

Mario

Alberto 

Firmenich.



Firmenich egresó como bachiller del Colegio Nacional de Buenos Aires en 1966 con medalla de oro; durante su paso por el Colegio participó activamente en la ''Juventud Estudiantil Católica'' (JEC) de la que fue nombrado Presidente por Monseñor Antonio Caggiano, siempre sosteniendo ideas propias de la derecha nacionalista. 
Otros futuros líderes de ''Montoneros'', como Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus provendrían del mismo contexto. Allí conoció al sacerdote Carlos Mugica, cuya obra como benefactor de los pobres y habitantes de las "villas miserias " de los suburbios de Buenos Aires, tendría una importancia notable en su formación y en el viraje de sus ideas hacia la izquierda (política); 
Mugica y Firmenich mantendrían una estrecha relación hasta el asesinato del primero en 1974, atribuido a la Alianza Anticomunista Argentina
=== Inicios en Montoneros ===

Firmenich integró el grupo fundador de la organización armada Montoneros, junto a Fernando Abal Medina y otros, como Carlos Gustavo Ramus y Norma Arrostito; 
la organización estaba sustentada ideológicamente sobre una interpretación del peronismo, comprendido a la manera nacionalista como única forma política revolucionaria adaptada a la situación argentina y fusionada con elementos que, sin duda presentes en el marco general peronista, cobraron mayor intensidad por la ideología de sus fundadores, en especial el nacionalismo católico y la revolución cubana. El 29 de mayo de 1970 Firmenich participó en la ''Operación Pindapoy'', consistente en el secuestro y posterior asesinato del ex dictador Pedro Eugenio Aramburu, al que Montoneros sometió a un procedimiento que llamó ''juicio popular'', por ser el principal responsable de la masacre de José León Suárez.
Años más tarde fue publicado un pormenorizado relato en el recordado número de la revista ''La causa peronista'' del 3 de septiembre de 1974, cuyo título de tapa era: '':Mario Firmenich y Norma Arrostito cuentan cómo murió Aramburu.  "Mario Firmenich y Norma Arrostito cuentan cómo murió Arambur''.

=== Dirección de Montoneros ===

Luego de la muerte de Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus en un enfrentamiento armado con la policía en un bar de la localidad de William C. Morris (Buenos Aires), y de José Sabino Navarro, alias "Negro", en la sierra cordobesa durante el gobierno militar de la llamada ''Revolución Argentina'', Firmenich alcanzó el liderazgo de la conducción nacional de Montoneros, cargo que mantuvo hasta la disolución de la organización. Entre 1971 y 1979 Firmenich lideró la OPM Montoneros como secretario general, desempeñándose también como autor de su línea política y de la mayoría de sus documentos a través de las diversas alternativas de la lucha política de la época. 
A Firmenich se lo consideró frecuentemente representante del ala más militarista de la organización.

=== Montoneros y Perón ===

La relación de ''Montoneros'' con Juan Domingo Perón sufrió fuertes altibajos; durante su forzoso exilio en España, este se mostró complaciente con las acciones de la organización, y para cuando el gobierno ''de facto'' de Alejandro Agustín Lanusse convocó a elecciones, en las que resultó electo Héctor J. Cámpora, varias figuras afines a ella ocuparon puestos de gobierno. 
Entre ellas se contaban Esteban Righi, nombrado ministro de Interior, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, el gobernador de la provincia de Salta, Miguel Ragone, el de provincia de Mendoza Alberto Martínez Baca, el de provincia de Santa Cruz, Jorge Cepernic y el gobernador de córdoba (Argentina)| Ricardo Obregón Cano. 
Sin embargo, muchos de estos logros se revirtieron durante el breve gobierno del sucesor de Cámpora, Raúl Lastiri, yerno de José López Rega, llamado ''El Brujo'' por sus adversarios y "Lopecito" por Perón; López Rega, designado ministro de Bienestar Social durante el gobierno de Cámpora por sugerencia de Perón, había cobrado una gran influencia sobre el matrimonio Perón. No se conoce a ciencia cierta cuánto de la orientación que tomaría el tercer gobierno de Perón se debe a él, pero sin duda fue uno de los artífices del giro a la [[derecha política|derecha]] de éste y uno de los principales impulsores de la ''Triple A'', como se conoció a la Alianza Anticomunista Argentina.
=== Ezeiza ===

Fue en este contexto en que se produjo el regreso de Perón a la Argentina; cuando, el 20 de junio de 1973, una inmensa movilización de masas fue a recibirlo al Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini en Ezeiza, la facción peronista de derecha, liderada y organizada por López Rega. referencia :http://www.scribd.com/doc/8959429/Reynaldo-Castro-Con-vida-se-los-llevaron CASTRO, Reynaldo - ''Con vida se los llevaron,'' p. 11</ref>y por el coronel Jorge Osinde, encargado de la custodia del acto por orden de Perón, hizo fuego sobre la columna de la Juventud Peronista y de Montoneros que se acercaba al palco. El historiador y testigo de los hechos, Samuel Amaral, niega que el enfrentamiento haya sido premeditado y lo atribuye a una provocación 
(http://www.peron libros.com.ar/content/amaral-samuel-ezeiza-20-de-junio-de-1973-%C2%BFhubo-una-masacre-o-solo-hechos-aislados).

En el tiroteo murieron al menos 13 personas (3 del bando de izquierda, 1 de la custodia del palco y 9 sin filiación identificada) en la llamada ''masacre de Ezeiza''. 
La acción de la custodia contó con el apoyo del mismo Perón en el discurso que diera al llegar.

=== Asesinato de Rucci ===

El 25 de septiembre de ese mismo año es asesinado José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT (Argentina)|, una de las figuras más importantes de la línea histórica del peronismo sindical; esta acción, que no fue reconocida públicamente por la organización en ese momento, se realizó aparentemente con la intención de presionar a Perón, pero resultó contraproducente. 
Según declaraciones del periodista Ricardo Roa durante la investigación judicial por la muerte de Rucci, Firmenich les dijo “Fuimos nosotros”, aceptando la autoría de Montoneros.<ref>perfil.com, [http://www.perfil.com/contenidos/2010/03/06/noticia_0043.html Firmenich, en el expediente judicial]</ref> 
También la atribuye a la organización el entonces dirigente y fundador de Montoneros José Amorín.<ref>Véase Amorín, José: ''Montoneros: La buena historia'', cap. 31, Buenos Aires: Catálogos, 2005, ISBN 9789508951991, y el [http://www.lapoliticaonline.com/noticias/val/51130/amorin-yo-propuse-matar-a-lopez-rega.html reportaje concedido al sitio ''lapoliticaonline'' en septiembre de 2006.</ref>

En dos libros publicados en fecha reciente, los principales dirigentes de Montoneros vuelven a negar la autoría del hecho (ver el libro de Felipe Celesia y Pablo Waisberg; "Firmenich. La historia jamás contada del jefe montonero". Editorial Aguilar, agosto de 2010, pp. 161-164; y el libro de Roberto Perdía; "Montoneros, el peronismo combatiente en primera persona". Editorial Planeta, mayo de 2013, pp. 316-318).

=== Asalto al regimiento 10 de Azul por el Ejército Revolucionario del Pueblo  ERP

En enero de 1974 el intento del ERP de tomar un regimiento en la ciudad de Azul
(Argentina), Provincia de Buenos Aires, motivó que Perón se propusiera aislar a ese grupo guerrillero, por lo que elevó al Congreso un proyecto para modificar el Código Penal y endurecer las penas. 
A los pocos días de ese intento guerrillero, Perón se reunió con los diputados de la Juventud Peronista y les planteó su estrategia.<ref>
Un vídeo de este hecho puede verse en http://www.youtube.com/watch?v=yKT8EW-9xtY. Un relato detallado puede verse en http://elortiba.org/notapas10.html -consultado el 17 de enero de 2014.</ref>
Finalmente la negativa de los diputados vinculados a Montoneros a votar la ''Ley Antisubversiva''<ref>[http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/anexos/70000-74999/73268/norma.htm Ley 20840: Seguridad Nacional. Penalidades para las actividades subversivas en todas sus manifestaciones. Sancionada: Septiembre 28 de 1974. Promulgada: Septiembre 30 de 1974..</ref> determinó que Perón les requiriera que si no estaban de acuerdo con la política del gobierno se apartaran de él, por lo que los mismos -salvo uno- renunciaron a sus bancas. La situación llevó a Firmenich (junto a otros miembros de la conducción nacional como [Roberto Quieto], ex líder de las marxistas ''Fuerzas Armadas Revolucionarias (Argentina) (FAR) recientemente fusionadas con Montoneros) a apartarse del gobierno peronista en tanto se incrementaba el número de atentados de la guerrilla por un lado y de la Triple A por el otro. 
Cuando en la celebración del día del Trabajo el 1 de mayo de 1974 el discurso de Perón desde los balcones de la Casa Rosada los definió como "imberbes" y "estúpidos", Montoneros decidió su regreso a la lucha armada.
Archivo:
FIRMENICH Detención y libertad en Buenos Aires el 13 de febrero de 1974.
pdf  thumb.
Sentencia donde consta detención de Firmenich en 1974.
=== Primera detención y libertad ===

A mediados de febrero de 1974, Firmenich fue detenido por efectivos de la Policía Federal Argentina cuando llevaba consigo una cédula de identidad falsa, un revólver calibre .38, una pistola calibre 9mm con la inscripción "Policía de la Provincia de Buenos Aires" y una chapa de pecho sustraída en un asalto a un agente de esa institución. El día 13 de febrero de 1974 Firmenich fue liberado desde la Comisaría 32 por orden del entonces Jefe de la Policía Federal, General de División Miguel Ángel Iñíguez, siendo este último condenado en primera instancia a la pena de 2 (dos) años de prisión e inhabilitación absoluta por el doble tiempo de la condena, por haber facilitado esa evasión (art. 281 del Código Penal Argentino). 
El 28 de marzo de 1985, la Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, por los votos de los jueces Ledesma, Valerga Aráoz y D'Alessio, revocó esa condena y sobreseyó definitivamente a Iñíguez, por considerar 
prescrita la acción penal instaurada en su contra.<ref>[https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d3/FIRMENICH_Detenci%C3%B3n_y_libertad_en_Buenos_Aires_el_13_de_febrero_de_1974.pdf'''Boletín de Jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, Año 1985, Enero-Febrero-Marzo-Abril, página 125''']</ref>

=== Pase a la clandestinidad ===

A la muerte de Perón, asume su vicepresidente y esposa María Estela Martínez,  maleable a la influencia de López Rega. El 15 de julio de 1974 Montoneros, bajo la dirección de Firmenich, asesinó al ex ministro Arturo Mor Roig, un político radical español nacionalizado argentino, ya retirado de la actividad, y que se encontraba sin custodia alguna en un restaurante de San Justo (Buenos Aires); este hecho fue un intento de desestabilizar al gobierno justicialista cada vez más cerradamente unido en torno a López Rega.
La conducción nacional de Montoneros dirigida por Firmenich optó el 6 de septiembre de 1974 por el "pase a la clandestinidad" de la organización y de los frentes de masas que ésta había construido y que constituían la corriente principal dentro de la tendencia revolucionaria peronista (la Juventud Peronista, la Juventud Universitaria Peronista
, la Juventud Trabajadora Peronista, el Movimiento de Villeros Peronistas, el Movimiento de Inquilinos Peronistas, la Agrupación ,, etc.). 
Desde esa fecha, fue nombrada en los medios periodísticos como "la organización autoproscripta". Firmenich se ocupó de la dirección de las operaciones armadas de la organización, entre las que se contó la ''Operación Mellizas'' (19 de septiembre), que consistió en el secuestro de los millonarios industriales Juan Born,  y Jorge Born, gracias al cual Montoneros se hizo con un rescate récord de 60 millones de dólares; y de las relaciones institucionales, reuniéndose entre otras figuras con el dirigente opositor Ricardo Balbín, perteneciente a la Línea Nacional de la Unión Cívica Radical.
=== Exilio ===
Sabiendo que se estaba por producir el golpe militar que dio lugar al ''Proceso de Reorganización Nacional'' del 24 de marzo de 1976, los niveles superiores de la organización, Firmenich entre ellos, decidieron que la mayoría de la conducción nacional de Montoneros partiera al exilio. Firmenich residió en Roma y México]] hasta recalar en Cuba como huésped de Fidel Castro.
Ya en 1975 se habían sentado las bases de lo que sería una reestructuración de la OPM en un "Partido Montonero" y un "Ejército Montonero", y en abril de 1977 se creó formalmente una nueva estructura organizada independientemente del movimiento peronista, el ''Movimiento Peronista Montonero'' (MPM).

En 1978, en coincidencia con el Copa Mundial de Fútbol de 1978  mundial de fútbol a realizarse en Argentina, Montoneros organizó una campaña publicitaria de gran alcance con el objeto de concientizar a la comunidad internacional de los abusos cometidos por la dictadura. En el contexto de la misma Fernando Vaca Narvaja se reunió con buena parte de los líderes de la Internacional Socialista, como 
Lionel Jospin y Willy Brandt.

En 1979, considerando que las contradicciones internas de la dictadura eran suficientes para "devolver el golpe", la mayoría de la conducción en el exilio aprobó una "contraofensiva popular"; la que terminó en un rotundo fracaso y significó la muerte en combate o captura y posterior desaparición de la mayoría de los cuadros montoneros aún activos.

Firmenich visitó Nicaragua ese mismo año, tras la victoria de la revolución sandinista, y colaboró con el nuevo gobierno revolucionario de ese país.
=== Retorno a la democracia ===

Luego de caída la dictadura militar, bajo el gobierno constitucional del radical Raúl Alfonsín, Firmenich fue capturado en Brasil, extraditado, juzgado y condenado a 30 años de prisión por cargos de homicidio y secuestro, junto con Fernando Vaca Narvaja, Enrique Gorriarán Merlo y Roberto Perdía.
Desde la cárcel lideró el ''Peronismo Revolucionario'', una corriente interna minoritaria del Movimiento Peronista, dedicada a reivindicar los objetivos de la izquierda peronista de los '70.

Excluido en un primer momento por el presidente Carlos Menem del indulto otorgado a los jefes guerrilleros y militares, finalmente el decreto 2.742 del 29 de diciembre de 1990 le otorgó la libertad a Firmenich. 
Tras abandonar la prisión, dejó la política activa para dedicarse al estudio y la investigación. 
Se recibió de licenciado en Economía en la Universidad de Buenos Aires en febrero de 1996, con el mejor promedio de su promoción, aunque el centro de estudiantes de la facultad, liderado por la agrupación radical Franja Morada impidió que se le otorgara la medalla de oro por tal logro. 
Posteriormente marchó a Barcelona, donde se doctoró en 1999 bajo la tutela del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz.

Durante su estadía en Europa se ha desempeñado como profesor asociado en el Departamento de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona, y ha publicado diversos artículos en revistas especializadas. 
En referencia a lo sucedido en Argentina, Firmenich dijo en una entrevista con la prensa española en 2001 que ''"en un país que ha vivido una guerra civil, todos tienen las manos manchadas de sangre"''.
<ref>[http://www.larepublica.com.uy/mundo/51817-firmenich-dijo-que-no-mato-a-nadie-inutilmente Firmenich dijo que no mató "a nadie inútilmente" LR21.com, 07/08/2001]</ref> 
En 2004 publicó y presentó su libro "Eutopía", desarrollando un proyecto alternativo al neoliberalismo vigente. 
Actualmente reside en Vilanova i la Geltrú, provincia de [[Barcelona]], donde se dedica a la labor teórica acompañado por su familia y es profesor del Departamento de Economía de la Universitat Rovira i Virgili (Reus, provincia de Tarragona). 
Su esposa proviene de una familia tradicional de Córdoba (Argentina)|Córdoba y es familiar del ex vicepresidente radical Víctor H. Martínez.
*******************************************************

Mario Firmenich y Norma Arrostito cuentan cómo murió Aramburu.

Este artículo es la transcripción del que fuera publicado como nota principal, el 3 de setiembre de 1974 en la revista La causa peronista. Carece de Copyright y se considera de dominio público desde la desaparición de la editorial responsable de la mencionada publicación. El relato realizado por dos de sus principales protagonistas constituye un documento histórico de singular importancia para el estudio de la violencia armada desatada en Argentina en la década del 70.
El 29 de mayo de 1970 las radios de todo el país interrumpieron su programación para dar cuenta de una noticia que poco después conmovería al país. 
"Habría sido secuestrado el Teniente General Pedro Eugenio Aramburu".Era la una y media de la tarde. 
Esquivando puestos policiales y evitando caminos transitados, una pick-up Gladiator avanzaba hacía cuatro horas rumbo a Timote.
En la caja, escondido tras una carga de fardos de pasto, viajaba el "fusilador" de Valle escoltado por dos jóvenes peronistas. 
Lo habían ido a buscar a su propia casa. 
Lo habían sacado a pleno día, en pleno centro de la Capital y lo habían detenido en nombre del pueblo.
Uno de los jóvenes peronistas tenía a mano un cuchillo de combate, ante cualquier eventualidad, ante la posibilidad de una trampa policial, ante la certeza de no poder escapar de un cerco o una pinza, iba a eliminar al jefe de la Libertadora. Aunque después cayeran todos. 
Así se había decidido desde el principio". 
El "fusilador" tenía que pagar sus culpas a la justicia del pueblo.

Era el 29 de mayo de 1970. El día en que el Onganiato festejaba por última vez el Día del Ejército. 
El día en que el pueblo festejaba el primer aniversario del Cordobazo. 
Habían nacido los Montoneros.
 El "Aramburazo", como lo bautizó el pueblo, que jamás tuvo dudas respecto de los autores del operativo, fue el lanzamiento público de una organización político militar que habría de transformarse, en poco tiempo en ejemplo y bandera del peronismo, en la máxima expresión de la lucha del pueblo contra el imperialismo y todos sus aliados y sirvientes nativos.
En este primer operativo firmado, llevado a cabo por un grupo de combatientes muy jóvenes, en absoluta precariedad de medios y contra un enemigo que, entonces, parecía todopoderoso. Montoneros definió su proyecto y mostró un camino. 
El "Aramburazo" logró, en ese sentido, la mayoría de sus objetivos.
El primer objetivo del "Operativo Pindapoy", como lo bautizaron en un principio los Montoneros era el lanzamiento público de la Organización, se cumplió con éxito. 
En cuestión de horas, días cuanto más, todos los argentinos supieron que las luchas peronistas, las de la Resistencia; las del Plan de Lucha, la de los Uturuncos y toda las expresiones combativas del peronismo, se habían sintetizado en un grupo de jóvenes dispuestos a triunfar o morir por su pueblo. 
Esto lo supieron los opositores de quince años atrás y los opositores de entonces. 
Y lo supo también la clase trabajadora, la que siempre había creado nuevas formas de lucha contra cada nueva estrategia imperialista, la que había dado su ejemplo a estos Montoneros que ahora avanzaban un paso más en la guerra: tomaban las armas hasta sus últimas consecuencias.
El segundo objetivo era ejercer la justicia revolucionaria contra el más inteligente de los cabecillas de la Libertadora. 
Porque si Rojas fue la figura más acabada del gorilismo, Pedro Eugenio Aramburu fue, en cambio, su cerebro y artífice. 
En Aramburu, el pueblo había sintetizado al anti-pueblo. 
El vasco era responsable directo de los bombardeos a la Plaza de Mayo, de las persecuciones y las torturas. Aramburu era culpable directo, además, del fusilamiento de 27 personas durante la represión de Junio del 56.
Preparativos previos.
MARIO: 
El ajusticiamiento de Aramburu era un viejo sueño nuestro. 
Concebimos la operación a comienzos de 1969. Había de por medio un principio de justicia popular -una reparación por los asesinatos de junio del 56-, pero además queríamos recuperar el cadáver de Evita, que Aramburu había hecho desaparecer.
Pero hubo que dejar transcurrir el tiempo, porque aún no teníamos formado el grupo operativo. 
Entre tanto, trabajábamos en silencio: la ejecución de Aramburu debía significar precisamente la aparición pública de la organización.
A fines del 69 pensamos que ya era posible encarar el operativo. 
A los móviles iniciales, se había sumado en el transcurso de ese año la conspiración golpista que encabezaba Aramburu para dar una solución de recambio al régimen militar, debilitado tras el cordobazo.
Por la Importancia política del hecho, por el significado que atribuíamos a nuestra propia aparición, fuimos a la operación con el criterio de todo o nada. 
El grupo Inicial de Montoneros se juega a cara o ceca en ese hecho.
ARROSTITO: 
Toda la "organización" éramos doce personas, entre los de Buenos Aires y los de Córdoba. 
En el operativo jugamos diez.
Lo empezamos a fichar a comienzos del 70, sin mayor información. 
Para sacar direcciones, nombres, fotos, fuimos a las colecciones de los diarios, principalmente de La Prensa. 
En una revista, Fernando encontró fotos interiores del departamento de la calle Montevideo. 
Eso nos dio una idea de cómo podían ser las cosas adentro.
MARIO: 
Pero dedicamos el máximo esfuerzo al fichaje externo. El edificio donde él vivía está frente al colegio Champagnat, y averiguamos que en el primer piso - de ese colegio - había una sala de lectura o una biblioteca. 
Entonces nos colamos y fuimos a leer ahí. 
El que inauguró el método fue Fernando, que era bastante desfachatado. 
Más que leer, mirábamos por la ventana. 
Nos quedábamos por periodos cortos, media hora, una hora.
Nunca nadie nos preguntó nada.
ARROSTITO: 
Allí lo vimos por primera vez, de cerca. 
Solía salir alrededor de las once de la mañana, a veces antes, a veces después, a veces no salía. Lo vimos tres veces desde el Champagnat.
Después fichamos desde la esquina de Santa Fe, en forma rotativa. 
Llegamos a hacer relevos cada cinco minutos. Teníamos que hacer así porque en esa esquina había un cabo de consigna, uno rubio, gordito, y no queríamos llamar la atención.
MARIO: 
A medida que chequeábamos, fuimos variando el modelo operativo. 
La primera idea había sido levantarlo por la calle cuando salía a caminar.
 Pensábamos llevar uno de esos autos con cortina en la luneta y tapar las ventanillas con un traje a cada lado. Le dimos muchas vueltas a la idea hasta que la descartamos y resolvimos entrar y sacarlo directamente del octavo piso.
Para eso hacía falta una buena "llave".
 La mejor excusa era presentarse como oficiales del Ejército. 
El Gordo Maza y otro compañero habían sido liceístas, conocían el comportamiento de los militares. 
Al Gordo Maza incluso le gustaba, era bastante milico, y le empezó a enseñar a Fernando los movimientos y las órdenes. 
Ensayaban juntos.
ARROSTITO: 
Compraron parte de la ropa en la casa Isola, una sastrería militar en la Avenida de Mayo, al lado de Casa Muñoz. 
Fernando Abal tenía 23 años, Ramus y Firmenich 22, Capuano Martínez, 21. Cortándose el pelo pasaban por colimbas. 
Así que allí compramos las insignias, las gorras, los pantalones, las medias, las corbatas. 
Para comprar algunas cosas, hasta se hicieron pasar por boy-scout. 
Un oficial retirado peronista donó su uniforme: simpatizaba con nosotros, aunque no sabia para qué lo íbamos a usar. 
El problema es que a Fernando le quedaba enorme. 
Tuve que hacer de costurera, amoldárselo al cuerpo. 
La gorra la tiramos -era un gorrón- le bailaba en la cabeza pero usamos la chaquetilla y las insignias.
Cómo entramos:
MARIO: 
Una cosa que nos llamó la atención es que Aramburu no tenía custodia, por lo menos afuera. 
Después se dijo que el ministro Imaz se la había retirado pocos días antes del secuestro, pero no es cierto. 
En los cinco meses que estuvimos chequeando, no vimos custodia exterior ni ronda de patrulleros. Solamente el portero tenía pinta de cana, un morocho corpulento.
A alguien se le ocurrió: 
Si no tenía custodia, 
¿Por qué no íbamos a ofrecérsela? 
Era absurdo, pero esa fue la excusa que usamos.
Justo en esos días que la operación iba tomando 
forma, a alguien se le ocurre arreglar la calle Montevideo, una de esas reparaciones de luz o de gas que siempre están haciendo; vaya a saber. 
Lo cierto es que rompieron media calle, justo del lado de su casa y nosotros teníamos que poner la contención ahí.

Era un problema. Pensamos cortar la calle con uno de esos letreros que dicen "En reparación", "Hombres trabajando". Pero lo descartamos.

Después nos fijamos que el garaje del Champagnat daba justo frente a la puerta del edificio y que en dirección a Charcas había otro garaje, y que ahí el pavimento no estaba roto. Entonces la contención iba a estar ahí: un coche sobre la vereda del Champagnat, el otro en el garaje.
La hora señalada.
MARIO: 
La planificación final la hicimos en la casa de Munro donde vivíamos Capuano Martínez y yo. Allí pintamos con aerosol la pick-up Chevrolet que iba a servir de contención. 
La pintamos con guantes, hacíamos todo con guantes, para no dejar impresiones digitales. 
No sabíamos mucho sobre el asunto pero por las dudas no dejábamos huellas ni en los vasos y en las prácticas, llegamos a limpiar munición por munición con un trapo.
ARROSTITO: 
La casa operativa era la que alquilábamos Fernando y yo, en Bucarelli y Ballivián, Villa Urquiza. 
Allí teníamos un laboratorio fotográfico. 
La noche del 28 de mayo, Fernando lo llamó a Aramburu por teléfono, con un pretexto cualquiera. 
Aramburu lo trató bastante mal, le dijo que se dejara de molestar o algo así. 
Pero ya sabíamos que estaba en su casa. Dentro de Parque Chas dejamos estacionados esa noche los dos autos operativos: la pick-up Chevrolet y un Peugeot 404 blanco; y tres coches más que se iban a necesitar: una Renoleta 4L blanca mía, un taxi Ford Falcon que estaba a nombre de Firmenich, y una pick-up Gladiator 380, a nombre de la madre de Ramus. La mañana del 29 salimos de casa. 
Dos compañeros se encargaron de llevar los coches de recambio a los puntos convenidos. 
La Renoleta quedó en Pampa y Figueroa Alcorta, con un compañero adentro. 
El taxi y la Gladiator cerca de Aeroparque, en una cortada, el taxi cerrado con llave y un compañero dentro de la Gladiator.
En el Peugeot 404 subieron Capuano Martínez, que iba de chofer, con otro compañero, los dos de civil pero con el pelo bien cortito y detrás, Maza con uniforme de capitán y Fernando Abal, como teniente primero.
MARIO: 
Ramus manejaba la pick-up Chevrolet y la "flaca" (Norma) lo acompañaba en el asiento de adelante. Detrás iba un compañero disfrazado de cura, y yo con uniforme de cabo de la policía.
ARROSTITO:
Yo llevaba una peluca rubia con claritos y andaba bien vestida y un poco pintarrajeada. 
El Peugeot iba adelante por Santa Fe.
Dobló en Montevideo, entró en el garaje. Capuano se quedó al volante y los otros tres bajaron. 
Le pidieron permiso al encargado para estacionar un ratito.
Cuando vio los uniformes, dijo que si enseguida. Salieron caminando a la calle y entraron en Montevideo 1053.
Nosotros veníamos detrás con la pick-up. 
En la esquina de Santa Fe bajé yo y fui caminando hasta la puerta misma del departamento. 
Me paré allí. 
Tenía una pistola.
MARIO: 
Nosotros seguimos hasta la puerta del Champagnat y estacionamos sobre la vereda. "El cura" y yo nos bajamos. 
Dejé la puerta abierta con la metralleta sobre el asiento, al alcance de la mano. 
Había otra en la caja al alcance del otro compañero. 
También llevábamos granadas.
Ese día no vi al cana de la esquina. 
Mi preocupación era que hacer si me aparecía ya que era "mi superior", tenía un grado mas que yo. 
Pasaron dos cosas divertidas. 
Se arrimó un Fiat 600 y el chofer me pidió permiso para estacionar. 
Le dije que no. 
Quiso discutir: -
¿Y porque la pick-up sí?. 
Le dije -Circule!. 
Se fueron puteando.
En eso pasó un celular, le hice la venia al chofer y el tipo me contestó con la venia.
Una vez adentro.
MARIO: 
Un compañero quedo en el séptimo, con la puerta del ascensor abierta, en función de apoyo.
Fernando y el Gordo subieron un piso más. Tocaron el timbre, rígidos en su apostura militar. Fernando un poco más rígido por la "metra" que llevaba bajo el pilotín verde oliva.
Los atendió la mujer del General. 
No le infundieron dudas: eran oficiales del Ejército.
 Los invitó a pasar, les ofreció café mientras esperaban que Aramburu terminara de bañarse.
Al fin apareció sonriente impecablemente vestido. Tomó café con ellos mientras escuchaba complacido el ofrecimiento de custodia que le hacían esos jóvenes militares. 
A Maza le descubrió enseguida el acento: -Usted es cordobés. 
-Si, mi general.
Las cortesías siguieron un par de minutos mientras el café se enfriaba, y el tiempo también y los dos muchachos agrandados se paraban y desenfierraban, y la voz cortante de Fernando dijo:
-Mi General, usted viene con nosotros.
Así. Sin mayores explicaciones. 
A las nueve de la mañana.
¿Si se resistía? Lo matábamos. 
Ese era el plan, aunque no quedara ninguno de nosotros vivos.
Afuera.
MARIO: 
De golpe lo increíble. Habíamos ido allí dispuestos a dejar el pellejo, pero no: era Aramburu el que salía por la puerta de Montevideo y el gordo Maza lo llevaba con un brazo por encima del hombro, como palmeándolo, y Fernando lo tomaba del otro brazo. 
Caminaban apaciblemente.
ero no, ahí estaba, caminando apaciblemente entre el Gordo Maza que le pasaba el brazo por el hombro, y Fernando lo empujaba levemente con la metra bajo el pilotín.
Seguramente no entendía nada. 
Debió creer que alguien se adelantaba al golpe que había planeado, porque todavía no dudaba que sus captores eran militares.
Su mujer había salido. 
De eso me entere después, porque no recuerdo haberla visto.
Subieron al Peugeot y arrancaron hacia Charcas, dieron la vuelta por Rodríguez Peña hacia el Bajo, y nosotros detrás.
El viaje.
MARIO: 
Cerca de la Facultad de Derecho detuvieron el Peugeot y trasbordaron a la camioneta nuestra. Capuano, la Flaca y otro compañero subieron adelante, Fernando y Maza con Aramburu, atrás. 
Allí se encontró por primera vez con "el cura" y conmigo. 
Debió parecerle esotérico: un cura y un policía; y el cura que en su presencia empezaba a cambiarse de ropa. 
Se sentó en la rueda de auxilio. 
No decía nada, tal vez porque no entendía nada. Le tomé la muñeca con fuerza y la sentí floja, entregada. Maza, "el cura", la Flaca y otro compañero se bajaron en Pampa y Figueroa Alcorta, llevándose los bolsos con los uniformes y parte de los fierros. Fueron a la casa de un compañero a redactar el Comunicado número uno. 
Quedaron Ramus y Capuano adelante, Aramburu, Fernando y yo atrás. 
Seguimos hasta el punto donde estaban los otros dos coches. 
Bajamos, Capuano subió al taxi, y nosotros nos dirigimos a la otra pick-up, la Gladiator, donde había un compañero.
La Gladiator tenía un toldo y la parte de atrás estaba camuflada con fardos de pasto. Retirando un fardo, quedaba una puertita. 
Por allí entraron Fernando y el otro compañero con Aramburu. 
Adelante Ramus que era el dueño legal de la Gladiator y yo, siempre vestido de policía. Durante más de un mes habíamos estudiado la ruta directa a Timote, sin pasar por ningún puesto policial y por ninguna ciudad importante. Delante iba el taxi conducido por Capuano, abriendo punta. Un par de walkie-talkies aseguraba la comunicación entre él y nosotros. Otro par entre la cabina de la Gladiator y la caja.
En toda mi vida operativa no recuerdo una vía de escape más sencilla que esta. 
Fue un paseo. 
El único punto que nos preocupaba era la Gral. Paz, pero la pasamos sin problemas: no estaba tan controlada como ahora. Salimos por Gaona, a partir de ahí empezamos a tomar caminos de tierra dentro de la ruta que habíamos diseñado. El Río Lujan lo cruzamos por un viejo puente de madera, entre Lujan y Pilar por donde no pasa nadie. 
Si la alarma se hubiera dado enseguida, creo que igual nos hubiéramos escapado, porque la ruta era perfecta. 
Tardamos ocho horas en hacer un camino que puede hacerse en cuatro, pero no entramos en ningún poblado ni nos detuvimos a comer o cargar nafta. Para eso estaba el taxi, legal, que traía las provisiones.
Aramburu no habló en todo el viaje salvo cuando los compañeros tuvieron que buscar el bidón en la oscuridad.-Aquí está, dijo.
A la una de la tarde la radio empezó a hablar del presunto secuestro. Ya estábamos a mitad de camino.
Serían las cinco y media o las seis cuando llegamos a LA CELMA, un casco de estancia que pertenecía a la familia de Ramus. 
El taxi se volvió a Buenos Aires y nosotros entramos. 
La primera tarea de Ramus fue distraer la atención de su capataz, el vasco Acébal.
Esto no fue fácil porque la casa de Acébal y el casco de la estancia estaban casi pegados y Ramus tuvo que arrinconar al vasco a un costado de la entrada hablándole de cualquier cosa, mientras Fernando y el otro compañero metían a Aramburu en la casa de los Ramus. Pero Acéfal no sintió nada y los únicos que aparecimos frente a él fuimos Ramus y yo, que me había cambiado el uniforme de policía.
El Juicio.
MARIO: 
Metimos a Aramburu en un dormitorio, y ahí mismo esa noche le iniciamos el juicio. 
Lo sentamos en una cama y Fernando le dijo:
-General Aramburu, usted está detenido por una organización revolucionaria peronista, que lo va a someter a juicio revolucionarlo.
Recién ahí pareció comprender. 
Pero lo único que dijo fue:
-Bueno.
Su actitud era serena. 
Si estaba nervioso, se dominaba. 
Fernando lo fotografió así, sentado en la cama, sin saco ni corbata, contra la pared desnuda. Pero las fotos no salieron porque se rompió el rollo en la primera vuelta.
Para el juicio se utilizo un grabador. 
Fue lento y fatigoso porque no queríamos presionarlo ni intimidarlo y el se atuvo a esa ventaja, demorando las respuestas a cada pregunta, contestando. "no sé", "de eso no me acuerdo", etc.
El primer cargo que le hicimos fue el fusilamiento del General Valle y los otros patriotas que se alzaron con él, el 9 de junio de 1956. 
Al principio pretendió negar. 
Dijo que cuando sucedió eso él estaba de viaje en Rosario. Le leímos sílaba a sílaba los decretos 10.363 y 10.364, firmados por él, condenando a muerte a los sublevados. 
Le leímos la crónica de los fusilamientos de civiles en Lanús y José León Suárez.
No tenía respuesta. 
Finalmente reconoció:
Y bueno, nosotros hicimos una revolución, y cualquier revolución fusila a los contrarrevolucionarios.
Le leímos la conferencia de prensa en que el Almirante Rojas acusaba al general Valle y los suyos de marxistas y de amorales. 
Exclamó:
-Pero yo no he dicho eso!
Se le preguntó si de todos modos lo compartía. Dijo que no. 
Se le preguntó si estaba dispuesto a firmar eso. El rostro se le aclaró quizá porque pensó que la cosa terminaba ahí. 
"Si era por esto, me lo hubieran pedido en mi casa", dijo, e inmediatamente firmó una declaración en que negaba haber difamado a Valle y los revolucionarios del 56. 
Esa declaración se mandó a los diarios, y creo que apareció publicada en Crónica.
El segundo punto del juicio a Aramburu versó sobre el golpe militar que él preparaba y del que nosotros teníamos pruebas, lo negó terminantemente, Cuando le dimos datos precisos sobre su enlace con un general en actividad, dijo que era "un simple amigo". 
Sobre esto, frente al grabador, fue imposible sacarle nada. 
Pero apenas se apagaba el grabador compartiendo con nosotros una comida o un descanso, admitía que la situación del régimen no daba para más, y que sólo un gobierno de transición -para el que él se consideraba capacitado para ejercer- podía salvar la situación. Su proyecto era, en definitiva, el proyecto del GAN, que luego impulsaría Lanusse: la integración pacifica del peronismo a los designios de las clases dominantes.
Es posible que las fechas se me confundan, porque los que llevamos el juicio adelante fuimos tres: Fernando, el otro compañero y yo. Ramus iba y venía continuamente a Buenos Aires. 
De todas manera yo creo que el tema de Evita surgió el segundo día del juicio, el 31 de mayo. Lo acusábamos, por supuesto, de haber robado el cadáver. 
Se paralizó. 
Por medio de morisquetas y gestos bruscos se negaba a hablar, exigiendo por señas que apagáramos el grabador. 
Al fin, Fernando lo apagó.
-Sobre ese tema no puedo hablar, dijo Aramburu, -por un problema de honor. 
Lo único que puedo asegurarles es que ella tiene cristiana sepultura.

Insistimos en saber qué había ocurrido con el cadáver. Dijo que no se acordaba. Después intentó negociar: él se comprometía a hacer aparecer el cadáver en el momento oportuno, bajo palabra de honor.
Insistimos. Al fin dijo:
-Tendría que hacer memoria.
-Bueno, haga memoria.
Anochecía. Lo llevamos a otra habitación. 
Pidió papel y lápiz. 
Estuvo escribiendo antes de acostarse a dormir. A la mañana siguiente, cuando se despertó, pidió para ir al baño. 
Después encontramos algunos papelitos rotos, escritos con letra temblorosa. 
Volvimos a la habitación del juicio. 
Lo interrogamos sin grabador. 
A los tirones contó la historia verdadera: el cadáver de Eva Perón estaba en un cementerio de Roma, con nombre falso, bajo custodia del Vaticano. 
La documentación vinculada con el robo del cadáver estaba en una caja de seguridad del Banco Central a nombre del coronel Cabanillas. Más que eso no podía decir, porque su honor se lo impedía.
Sentencia y ejecución.
Era ya la noche del 1ro. de junio.
 Le anunciamos que el Tribunal iba a deliberar. Desde ese momento no se le habló más. 
Lo atamos a la cama.
 Preguntó por qué. 
Le dijimos que no se preocupara. 
A la madrugada Fernando le comunicó la sentencia:
General, el Tribunal lo ha sentenciado a la pena de muerte. 
Va a ser ejecutado en media hora.
Ensayó conmovernos. 
Habló de la sangre que nosotros, muchachos jóvenes, íbamos a derramar. 
Cuando pasó la media hora lo desamarramos, lo sentamos en la cama y le atamos las manos a la espalda. 
Pidió que le atáramos los cordones de los zapatos. 
Lo hicimos. Preguntó si se podía afeitar. 
Le dijimos que no había utensilios. 
Lo llevamos por el pasillo interno de la casa en dirección al sótano. 
Pidió un confesor. 
Le dijimos que no podíamos traer un confesor porque las rutas estaban controladas.
-Si no pueden traer un confesor -dijo-, 
¿cómo van a sacar mi cadáver?
Avanzó dos o tres pasos más. 
¿Qué va a pasar con mi familia? preguntó. 
Se le dijo que no había nada contra ella, que se le entregarían sus pertenencias.
El sótano era tan viejo como la casa, tenia setenta años. 
Lo habíamos usado la primera vez en febrero del 69, para enterrar los fusiles expropiados en el Tiro Federal de Córdoba.
La escalera se bamboleaba. 
Tuve que adelantarme para ayudar su descenso.
Ah, me van a matar en el sótano-, dijo. Bajamos. Le pusimos un pañuelo en la boca y lo colocamos contra la pared. 
El sótano era muy chico y la ejecución debía ser a pistola.
Fernando tomó sobre sí la tarea de ejecutarlo. Para él, el jefe debía asumir siempre la mayor responsabilidad. 
A mí me mandó arriba a golpear sobre una morsa con una llave, para disimular el ruido de los disparos.
-General -dijo Fernando-, vamos a proceder.
-Proceda -dijo Aramburu.
Fernando disparó la pistola 9 milímetros al pecho, Después hubo dos tiros de gracia, con la misma arma y uno con una 45. 
Fernando lo tapó con una manta. 
Nadie se animó a destaparlo mientras cavábamos el pozo en que íbamos a enterrarlo.
Después encontramos en el bolsillo de su saco lo que había estado escribiendo la noche del 31. Empezaba con un relato de su secuestro y terminaba con una exposición de su proyecto político. 
Describía a sus secuestradores como jóvenes peronistas bien intencionados pero equivocados. Eso confirmaba a su juicio, que si el país no tenía una salida institucional, el peronismo en pleno se volcaría a la lucha armada. 
La salida de Aramburu era una réplica exacta del GAN de Lanusse. 
Este manuscrito y el otro en que Aramburu negaba haber difamado a Valle, fueron capturados por la policía en el allanamiento a una quinta en González Catán. 
El gobierno de Lanusse no los dio a publicidad.
Categoría:
Historia de Argentina 1970-1979
*****************************************************
En la historia Argentina: ¿ Alguien se atreverá a decir que Firmenich es el Bill Laden de Latinoamerica?
¿Alguien tiene dudas ? Que asesinato de Aramburu, esta signado por la mas perversa premeditación y alevosía, por un grupo mesiánico y enajenado, que se otorgó poderes y representación . . . de nadie, para cometer un Magnicidio sin precedente.
¿Es casual que hoy, con la misma premeditación y demencia, quienes gobiernan sean cómplices de aquellos asesinos, y destruyan sistemáticamente  a la Argentina ?
Usted piense y responda.

No hay comentarios: