martes, 28 de junio de 2011

La Alcoba Presidencial conduce el 


Frente para la Victoria.



Por Guillermo Cherashny para el
Según la Presidente, la vicepresidencia para Amado Boudou se justifica en los éxitos de éste, para empezar en su idea de estatizar las Afjp, proyecto expropiador que habría surgido en medio de la crisis y la recesión del 2009. 
Pero, en realidad, su nominación obedecería a su gran comportamiento en la alcoba presidencial, que tanto disgusto le habría causado a Néstor Kirchner dos meses antes de su muerte el 27 de octubre del 2010. 
Se puede decir que la expropiación de los ahorros de los jubilados fue simultánea con la relación entre Cristina y Amado, personaje al que Néstor nunca le confió nada. 
Hace como una año se venían dando señales de esa relación privilegiada, que no cesaron con el noviazgo testimonial del ministro con la periodista Agustina Kempfer, que le sumó perfil pop rock y heavy.
Boudou hizo sus primeras armas en el Municipio de la Costa liderado por Juan de Jesús padre, para luego pasar al ANSES, dependiendo de Sergio Massa, al que después traicionó. Pero, salvo este caso, su conducta no es conflictiva. Es más, cuenta con una personalidad seductora y amigable y cultiva excelentes relaciones con sus colegas del gabinete.

La monarquía
Boudou habría sido el que convenció a CFK acerca de que Aníbal debía ir como primer senador nacional por Buenos Aires. Con el único que se saca chispas es con el comisario político Carlos Zannini, que tiene celos de su influencia sobre la Presidente. Pero se lleva muy bien con Juan Manuel Abal Medina, con quien se estrechó en un fuerte abrazo el sábado pasado, y lo mismo con Hugo Moyano, Hebe Bonafini y Estela Carlotto.
A todo esto, no hay que subestimar la capacidad de CFK para ubicarse en el tablero político. Ella, al momento del fallecimiento de su marido, se dio cuenta de que no sólo el crecimiento económico le aseguraba apoyo popular, sino que también las leyes de medios audiovisuales y de matrimonio igualitario, junto con la causa de los derechos humanos, hacían un coctel perfecto que le podía garantizar un triunfo en la primera vuelta, que en la Argentina que se logra a partir del 40%, mientras el segundo no llegue al 30%. Con las encuestas favorables en la mano, tuvo controlado a todo el pejotismo, que acepta la monarquía y verticalismo cuando el triunfo está más o menos asegurado. Así fue que impuso a Gabriel Mariotto como segundo de Scioli y manejó discrecionalmente las listas para diputados en casi todas las provincias, dejando centenares de heridos a lo largo y ancho del país.
Así es que sus últimas lipotimias tendrían relación con sus dudas sobre el triunfo en octubre, porque la inflación y el escándalo Schoklender están horadando su popularidad, acercándola peligrosamente a la segunda vuelta. De cualquier modo, no le quedaba otro camino que someterse a la voluntad popular. Y entonces, con gran vanidad, soberbia, obstinación y orgullo, colocó a la dirigencia pejotista en el incómodo papel de meros aplaudidores de decisiones ajenas. El tiempo dirá si acertó o no. Por ahora, a cuatro meses de la elección, el triunfo parece estar cerca.

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